Mons. Uriona: la Cuaresma como un tiempo de preparación, conversión y misericordia
- 15 de febrero, 2024
- Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
"El ayuno y la limosna me sacan de mí mismo y me entregan a los demás, por eso es un camino de conversión", sostuvo el obispo de Río Cuarto.
En su homilía en la catedral de la ciudad de Río Cuarto por el Miércoles de Ceniza, monseñor Adolfo Uriona explicó que la Cuaresma es un tiempo de 40 días inspirado en la Palabra de Dios, que nos prepara para la mayor fiesta que celebramos los cristianos: la Pascua, en la que revivimos la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Con el camino del ayuno, la oración y la limosna, “nos ayuda a salir de nosotros mismos y a encontrarnos con Dios y con los hermanos”, expresó.
Comparó la Cuaresma con un entrenamiento, como el que hace un atleta o un deportista, que requiere tiempo, esfuerzo y sacrificio, para llegar en buenas condiciones al gran evento. “A través de la penitencia, de la oración, del ayuno, nosotros nos vamos preparando para esta celebración”, afirmó.
Recordó que el número 40 es simbólico y que indica un tiempo pleno, un "tiempo grande", que se encuentra en distintos momentos de la Biblia, como los 40 días que estuvo Moisés esperando la ley, los 40 años que el pueblo caminó en el desierto, los 40 días que caminó Elías para llegar a la montaña de Dios, o los 40 días que Jesús estuvo en el desierto preparándose para iniciar su misión.
Monseñor Uriona destacó, entonces, que el Miércoles de Ceniza es el inicio de la Cuaresma y que algunos de sus signos más representativos se toman de una antigua tradición de la Iglesia, según la cual los pecadores públicos que querían arrepentirse y volver a la Iglesia se preparaban para recibir el perdón el Jueves Santo, poniéndose un vestido de arpillera y cenizas sobre la cabeza.
Explicó que la ceniza simboliza el reconocimiento de nuestra miseria, de nuestro pecado, de nuestra pobreza, y que así le pedimos a Dios que nos alcance el perdón.
Asimismo, el obispo señaló que el camino que nos propone la Cuaresma es el que nos enunció el Evangelio de Mateo, el camino del ayuno, la oración y la limosna.
Dijo que la oración es nuestro encuentro con Dios, y que tiene que tener un lugar privilegiado en nuestra vida, no solo en el silencio, sino también en el encuentro con la Palabra de Dios.
Sobre el ayuno y la limosna, dijo que son dos caras de la misma moneda, que tienen que ir juntas, y que son una privación del alimento para después darlo al hermano, o una privación de algo para después entregárselo al otro. “El ayuno y la limosna me sacan de mí mismo y me entregan a los demás. Por eso es un camino de conversión. Porque dejamos de mirarnos el ombligo para mirar a nuestros hermanos”, expresó.
Finalmente, el obispo pidió al Señor que ese camino que nos propone la Palabra de Dios y que la Iglesia toma, nos ayude a prepararnos adecuadamente a vivir una hermosa Semana Santa, una hermosa Pascua que esté viva en nuestro corazón. +