Miércoles 25 de diciembre de 2024

Mons. Moon animó a participar de retiros o ejercicios para "sentirse abrazado por el Padre"

  • 31 de marzo, 2022
  • Venado Tuerto (Santa Fe) (AICA)
El obispo de Venado Tuerto reflexionó sobre la parábola del hijo pródigo y señaló que la Eucaristía es ese banquete que el Padre prepara para las ovejas perdidas.
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En su homilía, monseñor Han Lim Moon, obispo de Venado Tuerto, reflexionó sobre la parábola del Hijo Pródigo y comenzó preguntando a los presentes cómo se sentirían si sus hijos les piden la herencia. “Es una declaración de la muerte, porque normalmente uno recibe la herencia de los padres después de la muerte. Pero este hijo menor, le pidió la herencia, estando vivo su papá”.

Con relación a esto, observó: “El Padre llamativamente no dice nada, repartió sus bienes, la mitad para el hijo mayor y la otra mitad para el hijo menor y este hijo se fue bien lejos, para que no lo encuentren más y en busca de la libertad total de sus padres hizo lo que quiso”. 

Luego, mencionó que allí lo mandan a cuidar cerdos, y explicó que “en esa región, para los judíos, los cerdos son los animales más impuros, que no podían ni comer ni verlos y él tenía que estar a su servicio”. 

Ante el hambre que sintió, el hijo menos decidió volver a la casa de su padre. En cuanto a esto, el obispo señaló: “Muchas veces nosotros y en la época de Jesús, se acercaban a Él, porque estaban enfermos y necesitados, por eso se acercaban a Jesús. Es un acercamiento interesado”. 

Después, el padre desde lejos lo ve y se conmueve de ver a su hijo. Esto, monseñor Moon lo comparó con una conmoción visceral: “No sé si alguna vez ustedes habrán experimentado cuando se mueve el corazón y las entrañas, hay un terremoto interior y en este caso es que su hijo volvió, porque él pensaba que estaba muerto”, exclamó. 

A continuación, se refirió a la gran fiesta que organiza el padre para su hijo menor: “Esa gran fiesta para nosotros, es la Eucaristía. Cada eucaristía, cada misa, es una fiesta del Padre, que festeja por uno de los perdidos, por una oveja perdida, que vuelve a casa, a su casa. Ese es el sentido de la misa, la fiesta del encuentro del hijo perdido con su Padre”. 

Por esto, el prelado animó a tener esta experiencia de estar en los brazos del Padre, y para eso animó a sumarse a ejercicios o retiros espirituales que se están organizando en la diócesis: “Lo importante es que a través de esos días se encuentren con Dios Padre y que uno se sienta abrazado y querido, eso transforma nuestro interior y cambia la manera de pensar”, concluyó. +