Mons. Mestre: "No se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo"
- 3 de noviembre, 2021
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
En su reflexión dominical, monseñor Mestre se expresó sobre los tres puntos principales del mandamiento principal: el amor a Dios, al prójimo y la inseparabilidad de ambos.
En su homilía de este domingo 31º durante el año, monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata, reflexionó sobre el "mandamiento principal" que da Jesús, luego de que los judíos le preguntaran cuál era el más importante entre los 613 preceptos. "Es obvio que, por un lado, esto generaba un problema serio de memoria -recordar 613 preceptos-; por otra parte, y es lo más importante, resultaba tedioso tener que 'cumplir' estos 613 preceptos en la vida", aclaró. En este sentido, meditó sobre los tres puntos centrales: el amor a Dios, el amor al prójimo y la inseparabilidad de estos dos mandamientos.
Amor a Dios
El obispo comenzó expresando que “el amor a Dios es más que un sentimiento, es la respuesta a un Dios que nos amó primero”. Y agregó: “Ante tanto amor de entrega y rescate la única respuesta posible es el amor. Nuestro corazón, alma, espíritu y fuerzas deben estar concentradas en Dios que nos ama infinita e incondicionalmente”.
En ese sentido, explicó que “nuestro examen o discernimiento debe orientarnos a revisar cómo estamos amando a Dios”, y exhortó a revisar la vida espiritual, de oración personal y comunitaria.
Amor al prójimo
En segundo lugar, monseñor Mestre aclaró que el amor al prójimo es más que una emoción y resaltó que “el amor al prójimo representa lo más genuino de nuestra vocación bautismal. El bautismo nos hace otros cristos en el mundo esto es llevar el amor de Dios, ser el mismo amor de Cristo para nuestros hermanos, para el prójimo”.
Y reconoció: “Amar no es fácil, amar al prójimo que muchas veces es complejo y tiene aristas cortantes, es realmente difícil. El amor implica el perdón, entrar en un camino de reconciliación y renovación de los vínculos. Necesitamos una vez más de la gracia de Dios que nos capacita para amar en serio al prójimo en todo momento y circunstancia”.
Inseparabilidad del amor a Dios y al prójimo
En el último punto, argumentó que “la afirmación de Jesús es categórica y definitiva: no se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo. Son inseparables. Ambos se reclaman recíprocamente. Así como una moneda real tiene necesariamente cara y seca, no puede existir una moneda con una sola superficie, así es el amor auténtico: mira a Dios y al prójimo de forma inseparable”.
Con relación a esto, aclaró que “es posible que, por motivos diversos, sucumbamos a la tentación de afirmar más una dimensión que otra. El amor verdadero se expresa en la imagen de la cruz: con un travesaño vertical que mira a Dios y con un madero horizontal que se orienta al prójimo”.
En este llamado a la inseparabilidad del amor, el obispo concluyó citando la frase atribuida a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.+