Mons. Mestre: 'Intentar vivir y renovar nuestros vínculos desde la gratuidad'

El obispo de Mar del Plata expresó que, "ante la tentación del cálculo mezquino, el excesivo cuidado de lo propio, la gratuidad aparece como un valor universal que nos hace salir del egoísmo".

El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió los tres puntitos a la luz de las lecturas compartidas en la misa dominical, y propuso las siguientes palabras para meditar: Rogar, Nombrar, Gratuidad.

Rogar a Dios que envíe discípulos misioneros
En relación con la primera de ellas, el prelado expresó: “Jesús contempla a la multitud agobiada e invita a sus discípulos a rogar para que haya trabajadores para la cosecha. Es el ruego por auténticas vocaciones que se comprometan a apacentar el Pueblo. No solo ministros ordenados, también laicos y consagrados que, entregando su vida por el Reino, busquen siempre responder a las necesidades de la humanidad anunciando la Buena Noticia y la alegría de la vida en Cristo. La Iglesia debe vivir siempre esta súplica, este rogar, de forma comprometida, buscando en la oración a Dios la base y la raíz de toda vocación cristiana”.

Dejarnos nombrar por Dios
Luego, recordó que “cada nombre expresa una vida y una historia. Cada nombre hace referencia a un temperamento, determinadas necesidades, algunos logros, varias frustraciones, miedos, desafíos, esperanzas… Cuando el Señor llama por el nombre, toma y asume todo esto: lo bueno y lo malo, lo permanente y lo transitorio, lo más luminoso y lo más oscuro de la vida”. 

Por eso hoy, dijo, “dejémonos nombrar por Jesús. Repitamos en oración nuestro nombre y apellido, sabiendo que Dios asume toda nuestra vida y nuestra historia. Dejarse nombrar por el Señor implica dejar nuestra vida en sus manos, para que Él obre todo lo bueno que quiere hacer”.

Experimentar y vivir la gratuidad
Como último de los puntos, el obispo de Mar del Plata expresó: “El Evangelio de hoy termina con una frase que es original de san Mateo y no está en los otros evangelios: ‘Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente’. Es una bella frase que nos invita a una actitud de vida integradora, que es la gratuidad”. 

“Es la capacidad de contemplar la propia existencia y descubrir con gozo que todo nos viene de Dios gratuitamente, y por eso tener una mirada gratuita de la vida. Ante Dios nada nos merecemos, todo es gracia, todo nos viene de Él por absoluta gratuidad”, subrayó. 

Y finalizó: “Valorar existencialmente la gratuidad de Dios con cada uno nos tiene que llevar a buscar la misma respuesta en la vida. Es decir, intentar vivir y renovar nuestros vínculos desde la gratuidad. Ante la tentación del cálculo mezquino, el excesivo cuidado de lo propio, la gratuidad aparece como un valor universal que nos hace salir del egoísmo, de la cerrazón de corazón y de la autorreferencialidad”.+