Jueves 26 de diciembre de 2024

Solidaridad y oración de la Iglesia en Latinoamérica por el fin de la violencia en Haití

  • 21 de septiembre, 2022
  • Puerto Príncipe (Haití) (AICA)
Pobreza, desesperación y falta de políticas adecuadas alimentan la violencia incluso contra la Iglesia
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La Red Clamor, la red eclesial que trabaja en el ámbito de la migración, los refugiados, el tráfico de personas y los desplazados, expresaron su “Solidaridad y plena comunión en este momento de incertidumbre y mucho dolor” a los hermanos del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) tras el saqueo de una de sus casas para migrantes, situada en Ounaminteh, en el norte de Haití. La instalación fue saqueada y destruida en los últimos días por un grupo de personas en “el contexto del caos general, que no cesa en ese sufrido país”.

“Conocemos el gran servicio que ustedes prestan al pueblo haitiano, en especial a las personas en movilidad forzada, víctimas del empobrecimiento creciente, la violencia y las catástrofes relacionadas con la crisis climática” dice el mensaje.

“Somos testigos –destacan- del amor que sienten y la alta valoración de la gran mayoría de los haitianos por el trabajo que ustedes realizan, por lo cual estos hechos aislados son fruto de la desesperación y de la falta de políticas públicas para enrumbar a todos los haitianos por las sendas del Desarrollo Humano Integral, sin que nadie quede excluido de su derecho a vivir con dignidad”.

Red Clamor se une a la oración por el fin de la violencia y para que el SJM continúe su labor en Haití con plena seguridad para sus bienes y de la vida de las personas. También reza para que el Señor toque el corazón de los autores de la violencia, que “son víctimas del sistema que impera en Haití, que degrada a los seres humanos y engendra violencia”.

La situación es grave, alertan los obispos
En los últimos días, los obispos haitianos lanzaron un grito de alarma sobre la gravedad de la situación, en nombre de la Iglesia del país caribeño: “La situación de pobreza e inseguridad que impera en todas partes demuestra claramente que nuestras autoridades estatales no tienen la capacidad de devolver al país a la normalidad, como debería hacerse”. 

“La situación es grave. La miseria es mucha. La gente necesita vivir y tiene todo el derecho a vivir con respeto y dignidad”, dice el documento de la Conferencia Episcopal de Haití.

Los obispos denuncian también a algunos locutores de radio, que quieren implicar a la Iglesia católica en el comercio de armas, amenazando con llevar a cabo actos violentos contra edificios eclesiásticos, sacerdotes, religiosas y empleados de instituciones católicas. Reiteran que la Iglesia católica “no está involucrada en el comercio de armas”, y les piden que “dejen de sembrar la confusión entre la población. La difamación y la calumnia son pecados graves”. 

Una vez más, precisan que la misión de la Iglesia católica en Haití “es servir a las personas en los cuatro rincones del país, en las ciudades y en las zonas remotas. Estamos comprometidos no sólo en la labor de anuncio de la Buena Nueva y de evangelización de las personas, sino también en los ámbitos de la educación, la salud, la promoción de la dignidad y los derechos humanos, el desarrollo social y todo tipo de obras de caridad, para ayudar al pueblo haitiano a no dejarse robar la esperanza, en medio de una situación de desesperación y desorden”.

Desde hace tiempo, recuerda la agencia misionera Fides, los obispos de Haití hacen llamamientos y recordatorios sobre la difícil crisis que atraviesa el país a todos los niveles. La violencia y la corrupción están a flor de piel, la población está sumida en la pobreza, las catástrofes naturales que han azotado con frecuencia la isla y la pandemia de Covid-19 agravaron la situación, al igual que la inestabilidad política, que vio el asesinato hace un año del presidente de República Jovenel Moïse.

La Iglesia comparte el sufrimiento por el caos institucional, económico y social que asola al país desde hace años, y el dolor de quienes son víctimas de secuestros, violaciones y violencia. Los sacerdotes, las religiosas y los agentes de pastoral que continúan su misión están expuestos a todo tipo de violencia, como secuestros, robos y asaltos. La última misionera asesinada fue la hermana Luisa Dell'Orto, hermanita del Evangelio de Charles de Foucauld, asesinada el 25 de junio en Puerto Príncipe. La hermana Luisa vivía allí desde hacía 20 años, dedicada sobre todo al servicio de los niños de la calle.+