Mons. Urbanc llamó a "hacer memoria, agradecer, creer en el amor de Dios, y amar"
- 19 de abril, 2022
- San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, presidió en la noche del sábado a los pies de la Madre del Valle, la Solemne Vigilia Pascual.
Con una celebración presidida por el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, la comunidad diocesana participó de la Solemne Vigilia Pascual en la catedral basílica y santuario de Nuestra Señora del Valle.
La Vigilia fue concelebrada por los presbíteros Luis Páez y Ramón Carabajal, y muchos fieles también participaron desde sus hogares, a través de las redes sociales, por donde fue transmitida en vivo.
Durante su homilía, monseñor Urbanc afirmó que “en esta noche somos invitados a contemplar la obra de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que salva a todos los que creen en Jesucristo. Es una noche para hacer memoria, agradecer, creer en el amor de Dios y amar. Y es vital porque haciendo memoria es como recuperamos la esperanza; porque la esperanza se alimenta de la memoria de las acciones de Dios en nuestra vida”.
En otro tramo de la predicación dijo: "Hoy, nosotros estamos celebrando la Pascua real, la única eficaz, la definitiva: Dios Padre ha resucitado a su Hijo de la muerte, que es la mayor obra de Dios en la historia en favor de los hombres. En Cristo Resucitado el amor de Dios ha vencido a la muerte y se nos han abierto las puertas de la vida eterna. Somos hijos en el Hijo y coherederos de la vida eterna, para la que todo ser humano ha sido creado”.
Asimismo, afirmó que “resucitar es volver a subir, resurgir: físicamente, a la tierra de los vivos, y cualitativamente, recuperando el alma la fuerza y el cuerpo la capacidad de relación. En la resurrección de Jesús, Dios se manifestó como el Padre que rescata al Hijo de la muerte y lo recompensa con la vida eterna”.
Más adelante, manifestó que “si volvemos a la amistad con Dios, si nos reconciliamos con aquellos con quienes estamos enemistados o enfrentados; si nos amigamos con nosotros mismos, con nuestras miserias y debilidades, estaremos haciendo experiencias de resurrección, ya que Dios nos ha dado la gracia de pasar de la muerte a la vida; del pecado a la comunión con Él, del odio y la enemistad al amor; del rechazo a nosotros mismos a la aceptación gozosa de lo que somos, es decir, amados de Dios”.
Dirigiéndose a la Madre del Resucitado, le pidió: “Ayúdanos para que cada día vivamos como resucitados, dando testimonio de Jesucristo, tu Hijo Resucitado y Glorificado junto a Dios su Padre y nuestro Padre, a quien sea el Honor y la Alabanza por siempre. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!”.+