Mons. Santiago: Reconocer los propios errores y ponderar las virtudes de los demás
- 6 de abril, 2019
- San Nicolás (Buenos Aires)
El obispo de San Nicolás de los Arroyos, monseñor Hugo Santiago, compartió una vez más con los fieles sus reflexiones sobre el Evangelio del domingo. En esta oportunidad, con el título "Para sanar y recrear los vínculos", el prelado invitó a "reconocer los propios errores y ponderar las virtudes de los demás".
"Los fariseos, escuchando que Jesús hablaba del perdón de los pecados, quieren acusarlo por trasgredir la ley de Moisés. Jesús no les responde la pregunta que le hacen sino con una frase condicional: ?El que no tenga pecado que tire la primera piedra?".
"Aquí los fariseos muestran cierta honestidad, porque reconocen que tienen pecados, que son falibles, que cometen errores como cualquier ser humano, y por eso, uno a uno se van sin apedrear a la mujer", añadió.
"Pienso qué hubiese pasado si en vez de fariseos éramos argentinos los que escuchábamos ?el que no tenga pecado que tire la primera piedra?. Imagino que hubiéramos apedreado a la mujer, porque si hay un defecto argentino, es no reconocer nuestros propios errores y acusar a los demás", consideró.
"Imaginemos si el gobierno anterior y el gobierno de turno, en vez de acusarse el uno al otro, dijesen: ?reconocemos nuestros errores, nos hemos robado la mitad del país?; ?tenemos una política económica que cada día agranda la brecha entre ricos y pobres?; ?en vez de utilizar el poder para servir, lo utilizamos para nuestro provecho?. Imaginemos, si dos esposos en vez de acusarse el uno al otro, cada uno dijese: ?tengo muchos errores, perdóname? y, tomando la actitud opuesta, cada uno ponderara las virtudes de su cónyuge: ?te felicito por tu sensibilidad y actitud de servicio, por la paciencia que me tienes?", agregó.
Finalmente, opinó: "Pienso que para achicar la grieta que nos separa, para reconciliarnos, para sanar y recrear la crisis de vínculos que vivimos, una actitud clave y sanadora, es reconocer los propios errores y ponderar las virtudes de los demás, que también existen".
"Nuestros rostros dejarían de estar crispados, la grieta se achicaría, comenzaríamos a disfrutar de la amistad social, y los vínculos afectivos serían más estables, estaríamos menos a la intemperie, no tendríamos una sociedad tan injusta, disfrutaríamos de aires de paz. Con el espíritu de Jesús es posible", animó.+
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