Mons. Olivera: "La Virgen quiso quedarse entre nosotros"
- 11 de mayo, 2022
- Buenos Aires (AICA)
El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió el lunes 9 de mayo la misa en honor de Nuestra Señora de Luján, patrona de la diócesis.
Con una misa presidida por el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, la diócesis celebró la fiesta patronal en honor de Nuestra Señora de Luján, patrona de la Argentina, de la Gendarmería Nacional y del Obispado Castrense.
La celebración tuvo lugar en la noche del lunes 9 de mayo en la parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense, de la ciudad de Buenos Aires, y fue concelebrada por capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. Asistieron fieles castrenses y la Fanfarria Militar del Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”.
“Es una alegría compartir esta Eucaristía con tantos capellanes de nuestras Fuerzas, no sólo los que están más cerca, sino que hoy, también contamos con la presencia de capellanes de Entre Ríos, de Mar del Plata y de otras localidades que se encuentran acompañándonos y nos llena de gozo”, expresó el obispo en su homilía.
Acompañó la celebración la imagen de la Virgen de Luján Malvinera. Al respecto, monseñor Olivera dijo: “Es un gozo de verdad, de corazón, el poder celebrar y poder contemplar este día junto a esta imagen de la Virgen de Luján que hace 40 años estuvo en la guerra de las Malvinas”.
En ese sentido, animó a pensar “cuántos soldados habrán contemplado esta imagen y sentido en ese momento de cruz, de dificultad, de dolor, de enfermedad, de heridas, de muerte, de situaciones tan complicadas, de distancias, de las familias que quedaron en el continente, la compañía de nuestra María”.
“Nunca tenemos que olvidar que María está siempre al lado, al pie, acompañando y sosteniéndonos en el camino de nuestra vida”, valoró.
“María es la mujer por excelencia fiel, la mujer de pie, la mujer de la esperanza, la mujer de fe, la mujer de confianza, que proclama ‘desde ahora me llamarán feliz todas las generaciones’”, destacó el obispo, y exhortó: “Nosotros, al contemplar a María, al darle gracias, tenemos que seguir sus pasos, seguir su camino, porque Ella nos lleva sin lugar a duda a Jesús. A Cristo vamos por María, porque es la perfecta, la mejor discípula, la verdadera Bienaventurada”.
“La Virgen quiso quedarse entre nosotros, nosotros la recibimos como nuestra, ¡qué linda fiesta entonces en nuestro corazón! Que podamos honrar a María, que podamos decir nosotros ‘Bienaventurada’, ‘feliz’; no porque se ahorró sufrimiento o dificultad, sino porque fue fiel. Bienaventurada porque fue fiel, Bienaventurada porque confió, Bienaventurada porque dijo “hágase”, Bienaventurada porque fue totalmente dócil y disponible al proyecto de Dios y a ponerse en camino y al servicio”.
“Hoy volvemos a decirle a Jesús que recibimos a su Madre y recibimos este regalo, este testamento como nuestro, la recibimos en nuestra casa, la recibimos en nuestro corazón. Y queremos que suene con fuerza, pero con esa ternura de la Madre, diciéndonos: ‘Hagan lo que Él les diga’”.+