Mons. Mestre: 'Ser verdaderos catequistas de la Resurrección y la Vida'
- 30 de marzo, 2023
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata, en sus consideraciones para el quinto domingo de Cuaresma, se refirió a la resurrección de Lázaro y a sus implicancias en nuestra existencia.
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, en sus reflexiones para el quinto domingo de Cuaresma, aludió al pasaje evangélico en que se narra la resurrección de Lázaro
Al respecto, el prelado se concentró en 3 aspectos, expresados en las palabras sepulcro, resurrección y humanidad.
Los sepulcros de nuestra vida
Luego de referirse a la manifestación del poder de Dios expresado en la resurrección del amigo de Jesús, el obispo marplatense apuntó: “La muerte del pecado, de la fragilidad y vulnerabilidad humana es parte de la vida".
"Hoy -continuó- revisamos nuestras experiencias de muerte en vida a través de la poderosa metáfora de los sepulcros y las tumbas. Son muchas las experiencias de muerte y sepulcro que, paradojalmente, en este momento de la historia se entrecruzan en el camino de la vida de las personas”.
Yo soy la Resurrección y la Vida
Respecto de esta cuestión, monseñor Mestre expresó: “En medio de las tumbas y sepulcros de nuestra vida, irrumpe Jesús con la profunda y bellísima frase que están en el corazón del Evangelio de hoy: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás’”.
Y exhortó: “Ante las diversas tumbas y sepulcros de nuestro mundo contemporáneo, creer que Jesús es la Resurrección y la Vida, y ser verdaderos catequistas de la Resurrección y la Vida.
La humanidad de Jesús: amistad y dolor
“En este Evangelio, el Señor se revela como Dios en su poder de llamar de la muerte a la vida y, a la vez, se manifiesta como ser humano. Disfruta humanamente el don de la amistad con Marta, María y Lázaro”, indicó monseñor Mestre y subrayó: “Jesús es Dios y Salvador… pero en su naturaleza humana ama profundamente a sus amigos y llora la pérdida de Lázaro".
Para concluir, dijo que el llanto y el dolor por la muerte de los que amamos “es la experiencia dolorosa de extrañar a los que ya no están físicamente con nosotros, pero con la confianza de la fe en la vida eterna”.+