Mons. Mestre: "No creernos dueños de la verdad"
- 28 de septiembre, 2021
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata animó a tener "apertura de mente y corazón", a "cuidar a los pequeños" y a "no negociar con pecado".
En su homilía de este domingo 26° durante el año, monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata, reflexionó en tres puntitos sobre la actitud hacia los que piensan distinto, hacia los más débiles y hacia las propias tentaciones.
Apertura de mente y de corazón
Para comenzar, el obispo remarcó las actitudes de intolerancia que aparecen tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, en la figura de Josué y en Juan y otros discípulos.
En tanto, “se nos invita a no creernos siempre dueños de la verdad”, advirtió y observó que “se reclama de nosotros, discípulos del Señor, apertura de mente y corazón para vivir y transmitir los valores de la fe, aceptando un mundo profundamente pluralista en su pensamiento”.
Cuidar a los pequeños
En el segundo punto, se refiere a la palabra “escandalizar” que significa “ser piedra de tropiezo”. “Escandalizar, por lo tanto, es ser un obstáculo para la vida de fe de los demás. Se insiste en no escandalizar a ‘los pequeños que tienen fe’. Se puede referir a los niños y a los más pobres en general y, también a los adultos que recién están comenzando el camino de la fe, los que están dando sus primeros pasos”, explicó.
Y replicó: “El resto de la comunidad de los discípulos del Señor no tiene que ser obstáculo ni con sus palabras ni con sus obras. Al contrario, debe ser garantía de crecimiento en la fe”.
Por ello, invitó a poner en práctica el verbo “cuidar”, que “utiliza mucho el papa Francisco”. “Cuidar al débil, al indefenso, al marginado, al descartado, al no tenido en cuenta, al que no vale a los ojos del mundo”, agregó.
No negociar con el pecado: “cortar y arrancar”
Por último, el obispo aclaró que “los verbos ‘cortar y arrancar’ no hacen referencia al desprecio del cuerpo. Nos hablan de la firmeza que debe tener el discípulo para apartarse de lo que sea malo, para no negociar con lo que destruye”.
En cuanto a esto, profundizó: “Dios sigue siendo siempre el misericordioso, pero reclama de nosotros, por su misma fuerza y poder en nuestro corazón, una actitud de responsabilidad y firmeza para apartarnos del pecado, de lo que nos hace mal, de lo que nos quita dignidad”.
Para finalizar, invitó a preguntarse “¿qué actitud tengo ante las tentaciones?” y si “¿confío en la gracia de Dios, en su poder en mi vida para ‘cortar y arrancar’”? +