Mons. Buenanueva: "¡Queremos ver a Jesús!"
- 23 de marzo, 2021
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
Con el título "La mejor promesa de Jesús", el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio del domingo.
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió sus reflexiones sobre el Evangelio del último domingo de Cuaresma.
Para ello, comenzó por retomar una cita del pasaje evangélico: “Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús».” (Jn 12, 20-21).
“A las puertas de la Pascua, también nosotros suplicamos como aquellos griegos: ‘¡Queremos ver a Jesús!’. Esa sed de Cristo es nuestra guía más segura. Es nuestra brújula interior”, consideró.
“¿Cómo lo veremos? ¿Con qué figura aparecerá ante nuestra mirada? Él mismo nos lo dice: ‘Les aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto’”, recordó.
“¿Qué podemos añadir? No cabe mayor comentario: Jesús es trigo de Dios que muriendo resucita y da vida. Una de las más bellas e incisivas imágenes de la Pascua: morir para vivir; solo vive el que entrega la vida por amor”.
“Ante nuestros ojos, el Señor aparecerá así en su hora más decisiva: la hora en que él glorificará al Padre y el Padre lo glorificará a él. Es decir, cuando aparezca en todo su esplendor la belleza de Dios: su amor hasta el fin, amor que expía el pecado y resucita para la vida”, señaló.
“La hora de su gloria es inminente y Jesús nos hace su promesa más hermosa: ‘El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor’ (Jn 12, 26). Estar con él, compartiendo la comunión con el Padre y el Espíritu”.
“Señor Jesús eres trigo que se hunde en la tierra para dar fruto. Queremos ir contigo y ser tus discípulos hasta el final. Que podamos contemplar tu gloria de Hijo amado que entrega la vida, como el amigo que ama hasta el fin. Que tu Espíritu acreciente en nosotros la sed de verte y reconocerte como Señor y Salvador. Amén”.+