Mons. Azpiroz Costa en Pentecostés: 'Escuchemos los gemidos del Espíritu en nuestro interior'
- 20 de mayo, 2024
- Bahía Blanca (Buenos Aires) (AICA)
En ocasión de la peregrinación mensual al santuario de Schoenstatt, el arzobispo de Bahía Blanca presidió la Vigilia de Pentecostés en Nuestra Señora del Rosario de Villalonga.
En ocasión de la peregrinación mensual que se hace a Nuestra Señora de Schoenstatt desde febrero de 2017, el arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Carlos Azpiroz Costa OP presidió, el sábado 18 de mayo, la Vigilia de Pentecostés en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Villalonga.
Peregrinos de la región participaron de la Eucaristía, concelebrada por el párroco, presbítero José María Masson; asistieron también los diáconos permanentes Oscar Vides y Pablo Quindimil.
En su homilía, el arzobispo de Bahía Blanca recordó que todo el Evangelio, pero especialmente el Evangelio de Juan, “nos va conduciendo desde el inicio prácticamente a tomar una decisión a favor o en contra de Jesús”.
“Hoy estamos aquí porque renovamos nuestra decisión, el Espíritu suscita en nosotros la decisión de un ‘sí’ a Jesús hasta el último momento de nuestra vida, porque nos damos cuenta de que necesitamos renovar nuestra fe”, planteó y añadió: “El Espíritu Santo viene en nuestra ayuda. No sabemos orar como es debido, es difícil ponerle palabras a lo que me pasa, pero Él viene, intercede”.
Por eso, animó a “que vivamos este Pentecostés escuchando los gemidos de nuestro interior, que no son tangueros de calle sin salida, sino del Espíritu que sabe por dónde viene la luz: el que tiene sed que venga a mí y beba, y quien bebe de mí no tendrá más sed”.
“El Espíritu Santo gime en nosotros, aunque no le podamos poner palabras a lo que nos pasa, con gemidos inefables. Por eso el silencio es oración, el dolor de los pecados en silencio es oración, el deseo de cambiar es oración”, describió.
Pero no es un gemido inútil, sin futuro, aclara el arzobispo: “la gracia del Espíritu no quita al cristiano del mundo pero le permite verlo de otra manera, observarlo con ojos distintos, renovados, descubrir que con la creación, redención, salvación y filiación adoptiva somos hijos de Dios”.
En ese sentido, el prelado insistió: “Gime por la propia grandeza que Dios ha puesto en nuestros corazones, la esperanza de que nuestra patria está en el cielo, es la patria que esperamos, a la que Jesús nos ha abierto la puerta”.
A su vez, destacó que “el Espíritu nos hace cristianos, otros cristos. Y el Espíritu Santo que es nuestro gemido nos dice qué pedir y qué desear, nos indica como leer esta inacabada existencia, nos permite vivirla con ojos nuevos, con la alabanza y la gratitud de algo que será completado y acabado solo en Cristo”.+