Misa Crismal en Posadas: "Humildad y compasión", pidió Mons. Martínez
- 19 de junio, 2020
- Posadas (Misiones) (AICA)
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, presidió en la mañana del 19 de junio en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, la misa crismal
Con una celebración presidida por el obispo, monseñor Juan Rubén Martínez, la diócesis de Posadas celebró en la mañana del 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la misa crismal, que había sido postergada por causa de la pandemia.
La Eucaristía tuvo lugar en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús y se desarrolló con escasa concurrencia, obedeciendo a las medidas sanitarias vigentes. Al comienzo de su homilía, monseñor Martínez explicó: “Estamos celebrando esta Eucaristía con una especial alegría porque teníamos pendiente nuestra celebración de la misa crismal, y en este contexto raro en el que estamos viviendo, de pandemia, de cuarentena, tuvimos que suspender esta misa. Con el consejo del presbiterio, discerniendo lo que habitualmente realizamos en las vísperas del Sagrado Corazón, la Jornada de Santificación del Clero, vimos que era conveniente que en esta mañana del Sagrado Corazón realicemos la misa crismal”.
Por otra parte, destacó la importancia de los medios de comunicación para mantener el contacto con la comunidad: “Estamos en comunión con muchísima gente a través de la radio y de los medios”.
“En nuestro contexto, hoy especialmente vamos a encomendarnos a esta tan querida advocación del Sagrado Corazón. En esta Eucaristía, en primer lugar quiero agradecer a Dios por nuestro clero, por todos ustedes, es una gracia de Dios el tener distintas comunidades religiosas, sacerdotes de comunidades religiosas, nuestro presbiterio. Es motivo de agradecimiento para ustedes y también en nuestro corazón tener presentes a nuestros sacerdotes más ancianos, o quienes por razones de salud no pueden estar. También tenemos presente a los que vienen, a nuestros seminaristas que van haciendo un camino, los que van llegando”.
En segundo lugar, agradeció el compromiso ejercido durante el tiempo de pandemia: “Buscaron recursos para poder celebrar las misas, y que lleguen a nuestra gente, buscando los canales de televisión, las radios, realmente he visto mucho esfuerzo”, reconoció.
“Hoy es una oportunidad para orar y reflexionar sobre nuestro sacerdocio, que vamos a renovar, y hacerlo en este día del Sagrado Corazón de Jesús. Esto nos invita a la celebración, nos invita a que nos planteemos volver a Él. Siempre tenemos que ir hacia Jesucristo, porque es misericordioso, porque necesitamos experimentarnos como somos, desde nuestra fragilidad y desde nuestra necesidad, experimentar su amor misericordioso, experiencia fundante para que nosotros también podamos ser misericordiosos con los demás. Es fundamental estar con Él”, consideró.
“Él es el Buen Pastor, y hoy queremos renovar este llamado que tenemos a nuestra condición de sacerdotes para ser el Buen Pastor. Esto siempre estuvo en el espíritu del pueblo, incluso de Israel: lo consideraban a Dios su Pastor. Es Jesús el que se presenta, en Juan, expresamente: Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, no es pastor. Ante el lobo, ante los problemas, ante los sufrimientos, ante las tentaciones, huye. El pastor, el Buen Pastor es el que da la vida por sus ovejas”, afirmó.
“Cuando reflexionamos sobre el sacerdocio ministerial, estamos planteando que nos insertamos en nuestro llamado y vocación en el único sacerdocio de Jesucristo. Él es el sumo y eterno sacerdote. Es lo que celebramos en la misa crismal, ahora de una manera un poco distinta, unas horas antes, el Jueves Santo, de que celebremos la cena del Señor, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial. Él instituye esto, celebra la Eucaristía, sacramentalmente, anticipando la Pascua propiamente dicha que se celebra en la muerte y resurrección. Por eso cuando decimos que estamos llamados a ser buenos pastores, llamados a vivir la Eucaristía celebrada, pero la Eucaristía vivida. Nuestra vida está llamada a ser una Eucaristía”, sostuvo.
“Hoy, para Evangelizar, en este contexto en el que vivimos, sabemos que una clave para evangelizar será el testimonio, nuestro testimonio. Sabemos que la evangelización implica el anuncio, la denuncia y el testimonio. Creo que en esta época sobre todo, nos haremos consistentes desde el testimonio. Nuestro tiempo reclama credibilidad, y no es fácil la coherencia para la credibilidad. La coherencia desde el Evangelio no es fácil, pero es ahí donde nos hacemos consistentes: buscando eso y sabiendo que siempre tendremos que estar en Él”, consideró.
“Nosotros tenemos que ser testigos, pero no tenemos que ser testigos de nuestra perfección, eso es muy bueno saberlo y recordarlo. No atestiguamos nuestra perfección, porque no estamos generando discípulos para nosotros. Tenemos que ser testigos de Él. Tenemos que estar en Él, alimentar nuestro vínculo con Él. Esto nos da consistencia. Se vacía nuestro ministerio, nuestra misión, si nosotros no alimentamos esta experiencia con Jesucristo. Ahí radica nuestro cristianismo, y ahí radica nuestro llamado, nuestra misión sacerdotal. Estando con Él, nos reconocemos, comprendemos nuestra misión, y entonces sí podremos vivir la caridad.
“Cuando estamos con Él, nos podemos reconocer, y podremos ser felices, sólo cuando nosotros demos la vida. El que se guarda una carta en la manga, no va a ser feliz. Aun en los sufrimientos podemos ser felices, porque sufrimientos no nos faltan, porque la identificación con Jesús también implica dar la vida, pascualmente dada”, advirtió.
“En los pobres, de todo tipo, cuando evangelizamos y cuando nos acercamos, hacemos presentes los signos del Reino. Ahí nos reconocen y reconocen la evangelización de la Iglesia. Cuando estamos cerca de los que más nos necesitan, como pastores, entonces hacemos presente el Reino de Dios”, destacó.
Finalmente, el obispo animó a “que nosotros nos acerquemos a Jesús, a Él”, y pidió “dos cosas para nosotros: la humildad y la compasión. Necesitamos ser humildes… hay tanta soberbia, tantos jefes, tanto autoritarismo, tanta concentración de poder. La soberbia es incompatible con el sacerdocio. Y necesitamos la compasión. Hoy es el Sagrado Corazón, en el Evangelio de Marcos nos dice: ‘Jesús sintió compasión porque estaban como ovejas sin pastor’. Ojalá que nosotros podamos también en nuestro ministerio ser humildes y tener compasión”.+