Jueves 14 de noviembre de 2024

'Al venir, el Papa prosigue su peregrinación mediterránea', afirmó el arzobispo de Marsella

  • 29 de julio, 2023
  • Marsella (Francia) (AICA)
"Es una gran alegría para todos los marselleses", expresó el cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, ante el anuncio de la próximo visita del Papa a la ciudad francesa.
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“Francisco no viene a Marsella para llamar la atención sobre sí mismo, sino para que con él miremos al Mediterráneo, a los retos que afronta, a los recursos que tiene y a la misión que corresponde a los discípulos de Cristo en esta parte del mundo", reflexionó el arzobispo de Marsella, cardenal Jean-Marc Aveline ante la confirmación de la visita del Santo Padre a Marsella, los días 22 y 23 de septiembre.

El Vaticano publicó, el sábado 29 de julio, el programa de la visita del Papa Francisco a los Encuentros Mediterráneos organizados por la diócesis de Marsella del 17 al 24 de septiembre y titulados “Mediterráneo, mosaico de esperanzas”. El Papa llegará el viernes 22 de septiembre y celebrará la primera misa de su pontificado en suelo francés el sábado 23. 

"Al venir a Marsella, el Papa Francisco prosigue su peregrinación mediterránea", señaló el cardenal Aveline, entrevistado por los medios vaticanos. El purpurado recordó que, en 2023, se celebró el décimo aniversario del primer viaje apostólico del pontífice, realizado el 8 de julio de 2013 a Lampedusa, a pocos meses de su elección. "Desde entonces, también ha visitado Tirana, Sarajevo, Lesbos, El Cairo, Jerusalén, Chipre, Rabat, Nápoles, Malta, etc", añadió.

"Como pastor de la Iglesia universal, pero también como obispo de Roma, los viajes del Papa son expresión de su especial preocupación por los pueblos del Mediterráneo”, dijo el arzobispo francés, y aclaró que aún no saben qué dirá el pontífice, "pero su llegada ya es en sí misma un mensaje". 

"Porque esta ciudad multicultural y multirreligiosa, rebosante de potencial y de energía, se enfrenta también a dificultades formidables: la precariedad de una gran parte de su población, los estragos mortíferos del narcotráfico, los problemas recurrentes del paro, la inseguridad, la falta de educación, etcétera. Pero este gran puerto mediterráneo, que a lo largo de su historia acogió a quienes abandonaron sus países a causa de la guerra o la pobreza, también sabe encontrar en su variopinta población los recursos de coraje, solidaridad y esperanza que todos necesitan para superar las dificultades de la vida", explicó el cardenal francés.

Por dichos motivos, la presencia del Obispo de Roma "es una alegría y un gran orgullo para los cristianos de Marsella y para todos los marselleses, de todas las confesiones", dijo el arzobispo.

Aveline observó que, "si el Papa eligió venir a Marsella, es porque sabe que desde esta ciudad podrá dirigirse a toda Francia y, más allá, a los demás pueblos de Europa y del Mediterráneo". Es una visita que anima el trabajo sinodal de todos los pastores del Mediterráneo y estimula el desarrollo de una reflexión teológica basada en las cuestiones específicas a las que se enfrenta la región, según el mismo arzobispo.

Podemos y queremos actuar en comunión
Aveline acotó que los obispos mediterráneos pudieron medir hasta qué punto necesitan volver a reunirse, para discernir mejor lo que el Espíritu los llama a hacer al servicio de los pueblos confiados a su ministerio. "Porque, aunque compartimos desafíos comunes, los experimentamos de maneras muy diferentes, según los contextos de cada uno de nuestros países", aclaró.

También enfatizó la necesidad de hablar entre ellos para comprender las dificultades que cada uno afronta, para explorar las razones por las que sus puntos de vista pueden diferir. "Y, sin embargo, a pesar de estas diferencias, podemos y queremos actuar en comunión, con el Santo Padre y entre nosotros, al servicio del bien común, por el Evangelio", reivindicó.

"Intentaremos dar un rostro a la esperanza que nos da la fe en la Resurrección de Cristo frente a los conflictos geopolíticos, los desequilibrios medioambientales, las tragedias vinculadas a los flujos migratorios, la pobreza y la injusticia socioeconómica", dijo el purpurado, y reconoció que esos retos "nos permiten identificar y movilizar muchos recursos".

"Uno, por supuesto, es la solidaridad entre los pueblos, para resistir a la opresión y a las ideologías mortíferas. La fe cristiana es a menudo un apoyo eficaz para esta resistencia, tal como hemos visto en otras situaciones a lo largo de la historia. Tampoco debemos olvidar la inmensa riqueza del patrimonio filosófico, cultural y espiritual del que el Mediterráneo fue cuna. Ha aportado al mundo una comprensión específica del ser humano, de su libertad y de su capacidad para relacionarse con los demás y con Dios".

Y agregó: "El Mediterráneo ofreció generosamente a los pueblos del mundo el tesoro de esa inmensa sabiduría antropológica. Pero todos sabemos que este tesoro es frágil, sobre todo cuando, como tantas veces en la historia y todavía hoy, experimentamos lo difícil que es respetar la dignidad y la libertad de toda persona humana, incluida su libertad religiosa, y servir a la unidad de todo el género humano, oponiéndose con valentía al odio y al desprecio. ¡Tantas minorías alrededor de este mar están pagando el precio! Varios obispos podrán compartir con dolor el sufrimiento que padecen los cristianos en sus países, cada vez más frágiles y perseguidos. ¿Y cómo no mencionar el drama de los emigrantes, cuando el Mediterráneo ha pasado de ser una cuna a un cementerio donde, con la indiferencia general y la complicidad tácita de muchos, las esperanzas de los más pobres perecen en el sudario de las olas?".

"Ante estas tragedias, el Papa Francisco no cesa de llamar a luchar contra la indiferencia y a despertar las conciencias", agregó.

"Tenemos que trabajar en ello de manera muy concreta, y será uno de los temas de nuestros Encuentros. Juntos, intentaremos dar un rostro a la esperanza que nos da la fe en la Resurrección de Cristo. Una esperanza que no es ingenua, sino muy concreta y atenta; una esperanza que no es evasión, sino fidelidad y a menudo resistencia; una esperanza que no tiene la frialdad de una ideología, porque se encarna en las obras de misericordia y suscita la cálida práctica de la caridad", dijo.+