En los tres puntitos, Mons. Mestre animó a la capacidad de la escucha
- 4 de enero, 2022
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió su reflexión para el segundo domingo después de Navidad y resumió su meditación en tres palabras: Escuchar-lo; escuchar-me; escuchar-nos.
En el segundo domingo del tiempo de Navidad, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, eligió para su reflexión tres puntitos que tienen que ver con Dios Palabra.
Que Dios sea Palabra implica "que se da a conocer, sale de sí, se comunica, se revela, hace participar a la humanidad de su intimidad", explicó. Por eso, afirmó que "Dios es diálogo real, verdadero, auténtico"
En ese sentido, en primer lugar, señaló: "Dios es Palabra: Escucharlo". Y reflexionó: "Al pensar en la Palabra y en el verbo escuchar, lo primero y principal será escuchar al Dios que es Palabra. Escucharlo a Él que constantemente nos comunica su amor. Dios se comunica Él mismo, su Persona, cuando nos regala su gracia, su poder, su presencia en nuestros corazones. También, a través de su Palabra escrita, nos invita a transitar por sus senderos".
Seguidamente, invitó a reflexionar a partir de estos interrogantes: "¿Cómo me dispongo a escuchar al Dios Palabra? ¿Dejo que me comunique su amor, su gracia, su presencia en mi vida? ¿Busco comunicarme con Él? ¿Asumo el desafío de escucharlo? ¿Lo escucho realmente, tengo diálogo con Él o solo realizo monólogos? ¿Lo escucho en la Biblia; en la celebración de la Eucaristía; en el rezo del Santo Rosario…? ¿Descubro que la oración es diálogo, ida y vuelta, escucha recíproca entre la grandeza de Dios y mi pequeñez humana?"
Como segundo punto para la reflexión, compartió: "Ante el Dios Palabra: Escucharme", y consideró que "en un mundo tan ruidoso es complicado lograr escucharse a uno mismo. Al menos de forma profunda e integral. Solemos escuchar solo una parte de nosotros mismos".
"En nuestro corazón Dios también habla y se comunica. En lo mucho bueno que Él hace en nosotros y también, en lo malo que descubrimos y que tenemos que modificar. Si no nos escuchamos nos quitamos la posibilidad de potenciar lo bueno y cambiar aquellas cosas que lastiman nuestra vida", advirtió.
"'Escucharme' no es tarea fácil porque hace aflorar esa interioridad que, a veces, está dormida. 'Escucharme' es más que una introspección psicológica. Es escuchar el misterio de Dios que habla en mi vida concreta y cotidiana. En mis gustos y disgustos, alegrías y tristezas, aciertos y fracasos; en mis humores, en mis deseos, necesidades, miedos, desafíos… Dejar que hable toda mi interioridad, con lo bueno y con lo malo también… Pero el desafío será que lo que salga de mi corazón sea tocado por el Dios Palabra que purifica y renueva todo", consideró.
En este segundo punto, planteó: "¿Ejercito el arte de 'escucharme' integralmente o me quedo solo con algunas expresiones parciales? ¿Me conozco realmente… sé quién soy? ¿Dialogo con mi mundo interior? ¿Me dejo aturdir por el mundanal ruido contemporáneo y me resisto a bucear en mi interioridad? ¿Qué “palabras” brotan de mi interioridad? ¿Qué “dice” mi corazón? ¿De qué 'habla' mi alma? ¿Escucho a Dios que habla en mi corazón? ¿Busco purificar, con la gracia de Dios, aquellas 'palabras' de mi vida que no están en la dinámica del Reino de los Cielos? ¿Dejo que Dios toque con su poder las 'palabras' negativas de mi vida?".
Finalmente, animó a "por la gracia del Dios Palabra: Escucharnos". En este punto, reconoció: "Es difícil escuchar a Dios y dialogar con Él. Es difícil escuchar la propia interioridad. Es difícil también escucharnos, es decir escuchar a los demás, a los otros y dialogar con ellos".
"En la era de los medios de comunicación y de las redes sociales pareciera que cada vez nos escuchamos menos y estamos menos comunicados. Por un lado, como veíamos en los puntos anteriores, el mundanal ruido tampoco permite comunicarnos con los demás. Pero es paradojal dado que en nuestro mundo contemporáneo existen muchos medios para dialogar, comunicarse y escucharnos. ¡Cada vez más medios y cada vez menos comunicados y con menos capacidad de escucha recíproca y de diálogo!".
"Hay mucho monólogo compartido pero poco diálogo real, diáfano y puro, como el que Dios Palabra nos enseña. No es fácil dejarse invadir por la interioridad del otro. Existe mucho bloqueo en la comunicación real y en la capacidad de escucha verdadera. Como discípulo misionero del Dios Palabra debemos ser maestros en el arte de escucharnos y de comunicarnos y dialogar de forma profunda, diáfana, fluida y sincera", animó.
En torno al último punto, dejó algunas preguntas para alentar a la reflexión: "¿Ejercito el escucharnos en los diversos ámbitos de mi vida (familia, amigos, lugares de trabajo y estudio, club, barrio, edificio, pastorales, servicios, instituciones, movimientos…)? ¿Sé dialogar o solo ejercito el «monólogo compartido»? ¿Descubro que el diálogo es “ida y vuelta” en la comunicación con el hermano? ¿Busco dar un tiempo prudencial a la escucha de alguna persona que lo está necesitando? ¿Cultivo el “arte de la escucha” buscando concentrarme en el otro con su vida, sus formas, sus problemas…? ¿Tiendo a ser superficial en mi forma de comunicación y de escucha con los demás? ¿Abuso de los modernos medios de comunicación social y de las redes sociales priorizando una comunicación 'genérica y superficial' por sobre una escucha atenta, personal y comprometida?".
"¡Qué el Dios Palabra nos dé con su gracia la capacidad para escuchar-lo, escuchar-me y escuchar-nos!", concluyó.+