Jueves 14 de noviembre de 2024

El Papa presidió la celebración del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro

  • 24 de marzo, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Unos 25.000 fieles participaron de la conmemoración de la entrada festiva de Jesús en Jerusalén, que marcó el inicio de la Semana Santa. En lugar de homilía, hubo un momento de silencio y oración.
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En una abarrotada Plaza de San Pedro, unos 25.000 fieles participaron de la celebración del Domingo de Ramos, el último antes de Pascua, presidida por el Papa Francisco.

La conmemoración de la entrada festiva de Jesús en Jerusalén precedió a la celebración de la misa, que marcó el inicio de la Semana Santa, en la que la Iglesia conmemora el sufrimiento y la muerte en cruz de Jesús, y su posterior Resurrección.

El Papa asperjó con agua bendita los ramos de olivo que los presentes sostenían en sus manos. A continuación, más de 400 portadores de palmas iniciaron la procesión desde el centro de la plaza, mientras los 30 cardenales, 25 obispos y 350 sacerdotes concelebrantes ocuparon sus puestos junto al altar.

La misa, presidida por el sucesor de Pedro, fue encabezada por el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales. El color litúrgico rojo dominó el altar mayor en la escalinata de la basílica de San Pedro; mientras que las peticiones realizadas en varios idiomas, incluido el chino, hicieron visible la universalidad de la Iglesia.

Francisco siguió con atención los acontecimientos litúrgicos. Debido a sus dificultades para caminar, no participó en la procesión de las palmas y permaneció en su lugar.

La liturgia de la Palabra de la celebración eucarística incluyó la lectura de la Pasión cantada a tres voces, tomada del Evangelio según San Marcos, en la que el sufrimiento de Jesús se revivió en toda su crudeza.

Cuando el Evangelio llegó al pasaje que habla de la muerte de Jesús, el Papa se puso de pie. No pronunció el sermón preparado; en cambio, hubo un momento de silencio y oración en la Plaza de San Pedro.

Es un sufrimiento, el de Cristo, que contiene los dolores de todos los tiempos y de toda la humanidad, y la humanidad, con sus fragilidades, es presentada al Señor en la oración de los fieles. Allí se pidió por la Iglesia, para que "busque siempre la unidad, la reconciliación y la comunión"; por los gobernantes, "llamados a cultivar la paz y el bien de los pueblos"; por todos los hombres y mujeres que sufren; por los cristianos perseguidos; por cada comunidad cristiana, para que "sea testigo de su propia fe, en la oración y en la caridad".

Al final de la celebración, directamente desde el parvis de la basílica, Francisco pronunció el Ángelus, antes de impartir su bendición y hacer un amplio recorrido en su papamóvil, para saludar a los fieles y peregrinos presentes en la plaza.+