Cardenal Poli: "Todo en la Virgen María mira a Cristo"
- 9 de diciembre, 2022
- Buenos Aires (AICA)
El arzobispo de Buenos Aires presidió la misa solemne por las fiestas patronales de la parroquia Inmaculada Concepción y destacó que el dogma mariano indica "ese nuevo comienzo que es Jesucristo"
Al presidir la misa en las fiestas patronales de la parroquia Inmaculada Concepción, en el barrio porteño de Constitución, arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli señaló que “nos vuelve a asombrar esa página del Evangelio de San Lucas que la tradición ha llamado «La Anunciación»”.
En su homilía, el cardenal Poli destacó que “es la página bíblica definitiva de la historia de la salvación, donde comienza una nueva etapa de la historia humana. La humanidad recibe al hijo de Dios, quien se hizo solidario con nuestra condición de peregrinos. Vino a rescatarnos, a rescatar lo que hay de divino en el hombre, lo que perdimos con el pecado original”.
Sobre el misterio de la concepción milagrosa de Jesús, el purpurado afirmó: “Este relato tiene a su Madre como la protagonista. Para concebir a ese Hombre-Dios fue la primera en ser redimida y de una manera excepcional”. “¿Cómo hubiera sido la morada del Altísimo, si hubiese permanecido tocada por el pecado original como el común de los mortales?”, se preguntó a continuación.
El primado de la Argentina explicó que “decir Inmaculada Concepción es indicar ese nuevo comienzo que es Jesucristo, hijo de Dios. Él redime de una manera excepcional a quien va a ser su madre, una morada pura y limpia para recibir justamente al Señor de la historia que vino a salvar a la humanidad. Como si la Virgen -agregó- se adelantara a todos nosotros en esa purificación que después obrará la gracia y desde el comienzo de su ser, libre de culpa, alojando en su seno y regazo al Cristo Redentor.”
“Ella -continuó el cardenal- no podría haber sido llamada llena de gracia si hubiese tenido sombra de culpa y pecado original que la privara de la plenitud de la gracia. Por eso hoy recordamos a la Inmaculada, porque como persona, cuando fue concebida por sus padres Ana y Joaquín, a diferencia de todos nosotros no heredó el pecado original”.
“Desde el comienzo mismo de su ser fue llena de gracia, en virtud de los méritos de la pasión de su Hijo en la cruz. Fue un adelanto, una primicia de los méritos previstos de la redención de nuestro Señor Jesucristo”, aseveró Poli.
El arzobispo de Buenos Aires sostuvo que “la esclava del Señor fue preservada de toda culpa para convertirse en madre de su propio creador”. “La alegría consiste en que todo lo que es la Virgen Inmaculada y Madre, todo lo que se le ha dado, no es para ella sola, sino también para nosotros, para todos sus hijos. Y lo que admiramos, celebramos y contemplamos en Ella tiene razón de ser en todo lo que acontece en nosotros a partir del bautismo”, agregó.
“Esa concepción inocente de la Virgen, libre de pecado original, redundó en nuestro beneficio, para que también pudiéramos ser limpios de todo pecado y podamos participar en la herencia de los hijos Dios”, continuó Poli.
El purpurado destacó como “todo en la Virgen María mira a Cristo, todo lo que recibió de Él se derrama sobre sus hijos para nuestra felicidad”. “Su belleza, la ternura de su maternidad divina y la fecundidad de su virginidad hablan que para Dios nada es imposible. Recordémoslo para nuestra vida –subrayó- para Dios nada es imposible. Este misterio lo vemos a diario reflejado en su rostro inmaculado.”
“La Virgen es Inmaculada, santa, pero no deja de ser madre. Por eso la iglesia la llama ‘refugio de pecadores’. A ella no le importa abrazar a sus hijos, aunque se manche con barro. Es la que nos recibe a cuantos hemos vuelto nuevamente al camino, acogiéndonos en su regazo y en sus brazos, con la ternura de sus ojos”, sostuvo el cardenal Poli.
“Por la Inmaculada entró nuestra salvación y la revivimos al tomar la Eucaristía. Entra el cuerpo de Cristo, gracias a ella, y nos embriaga la sangre redentora, mientras se renueva nuestra amistad con Cristo”, concluyó.
Según recordó el párroco, presbítero Gonzalo Martín Benites, el templo cumplió 253 años. Al momento de su creación pertenecía al entonces barrio de la Concepción, por el que pasaron muchos próceres de nuestra historia. Allí acudía a misa diaria Mama Antula.
Por su parte, el otro concelebrante, presbítero Hugo Portillo, dijo que “la Inmaculada nos guía a renovar la vida y que Adviento es motivo de renovación de nuestro espíritu.” Por la tarde, los fieles se reunieron para una procesión por las calles aledañas.+