El organismo eclesial se pronunció sobre los hechos de violencia y vandalismo ocurridos el 29 de marzo cuando un grupo de atracadores irrumpieron en la sede del episcopado colombiano.
El padre Manuel Jáuregui fue cruelmente asesinado en Luanda, Angola, donde el joven sacerdote llevaba cinco años de misión. Se complica la repatriación de sus restos.
Advirtió que la región afronta una crisis humanitaria "profunda" por las amenazas, desplazamientos forzados, confinamiento, asesinato y "todo tipo de atrocidades", y se solidariza con su gente.
Los obispos del Pacífico y Suroeste de Colombia expresaron su apoyo al obispo de Buenaventura por las amenazas que viene recibiendo y reiteraron su condena a todo tipo de violencia.