El administrador diocesano de Río Gallegos animó a "saber hospedar, a saber recibir, a saber ser hospital de campaña" y a no caer en la tentación de "quedarnos mirándonos el ombligo".
El designado arzobispo de Buenos Aires envió una carta en la que animó a los fieles de la arquidiócesis porteña a "mirarnos, encontrarnos y ayudarnos".
El obispo de Río Gallegos presidió la celebración de la fiesta de la Divina Misericordia, que es "Dios que se conmueve con todo su corazón ante nuestra miseria y cuyo amor no tiene límites".
El obispo de Río Gallegos reconoció la importancia de que "podamos aceptar que estamos enfermos, que algo malo nos está pasando" para así "decirle humildemente al Señor que nos ayude".