Tucumán: Mons. Sánchez presidió el tedeum en acción de gracias por la patria argentina
- 26 de mayo, 2024
- San Miguel de Tucumán (AICA)
En la homilía, el obispo auxiliar Roberto Ferrari, instó a mantenerse "unidos, comprometidos con nuestro destino como Nación y en la defensa constante de la dignidad humana de cada habitante".
En el 214º Aniversario de la Revolución de Mayo, el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, presidió el tedeum en la catedral Nuestra Señora de la Encarnación, en presencia del gobernador, Osvaldo Jaldo, y el vicegobernador, Miguel Acevedo.
En la homilía, el obispo auxiliar de Tucumán, monseñor Roberto Ferrari, destacó “la acción de gracias a Dios por un primer grito de un pueblo que reclama para sí, sus derechos y su dignidad”.
Refiriéndose al contexto difícil de la historia actual, animó a “de nuevo sacar fuerzas desde nosotros mismos, como Nación, como pueblo que se une y saca lo mejor de sí, para salir adelante corresponsablemente”.
En ese sentido, advirtió de “la tentación del encierro en nosotros mismos, de acurrucarnos, tal vez para no ver ni escuchar”.
“En el libro del Éxodo, Dios se muestra como el que escucha el clamor de los pobres, ve la miseria de su pueblo, cuida de los últimos y de los oprimidos”, describió, y recordó a “cuántos que siguen necesitando de nosotros, de cada uno, de los que tenemos responsabilidades frente a los ciudadanos”.
“La tentación de replegarnos está, de volvernos hacia nosotros mismos y de no ver”, sostuvo y planteó: “En el relato del Evangelio, ¿qué actitud toma Jesús? No se repliega, sino que se compadece de esa muchedumbre. La muchedumbre deja de ser sólo una multitud y empiezan a aparecer rostros y vidas concretas”.
Al respecto, señaló que Jesús sintió “compasión, no lástima, que es una actitud más pasiva, que mira desde lejos, desde afuera, aunque tenga algún gesto; al contrario, la compasión nos lleva a sufrir juntos, junto con otro, es un sentimiento activo, que pone en movimiento el corazón, que lo involucra para hacer lo posible por mitigar el sufrimiento de otro”.
“El año pasado, mirando la realidad y las situaciones difíciles que vivimos, y buscando lo mejor para los tucumanos, dimos un paso importante de consenso, acuerdo y búsqueda del bien común para los tucumanos”, recordó y abogó por los esfuerzos de todos los actores de la sociedad, “para que podamos llevar a cabo estos puntos de consenso que tienen como sustento la dignidad humana de cada persona”.
Para un creyente, indicó, no hay mayor dignidad que la de reconocer la imagen de Dios en otro, alguien amado por Dios y al punto de que el Hijo de Dios murió y resucitó por él: “Hay una necesidad de algo más que el pan y que fundamenta que hagamos todo lo posible por brindar un techo, un trabajo, un remedio y un plato de comida; y es la de reconocer el valor infinito de la dignidad humana de cada persona y la capacidad maravillosa de compadecernos”.
“En el Evangelio, Jesús da un paso más: les pide a los apóstoles que les den comer ellos mismos. Para Jesús, ese compartir y esa actitud generosa bastan. Lo poco se distribuye entre todos, con equidad, según la necesidad. Se distribuye con justicia y por necesidad, no por méritos u otros intereses. Quizás nuestros gestos solidarios, de generosidad, a veces ocultos, sin tanta prensa, como éste, bastarían para ir contagiando esperanza en medio de tantas desesperanzas”, consideró.
Agradeciendo profundamente vivir en el suelo argentino, “con su religiosidad profunda y los valores que nos gestaron como pueblo libre, pedimos a Dios, fuente de toda razón y justicia, y a nuestra Madre de la Merced, patrona de los tucumanos, que nos mantenga unidos, comprometidos con nuestro destino como Nación y en la defensa constante de la dignidad humana de cada habitante de esta patria bendita del pan”, concluyó.+