Shevchuk denunció los saqueos de guerra: quien compra bienes robados es cómplice
- 14 de abril, 2022
- Kiev (Ucrania) (AICA)
En la séptima semana de la guerra, el arzobispo mayor de la iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Schevchuk, envió su mensaje diario y denunció los crímenes de saqueo de guerra.
El arzobispo mayor de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, su beatitud Sviatoslav Schevchuk, envió su mensaje diario del 14 de abril de 2022, a 50 días de “la lucha nacional de Ucrania contra los ocupantes rusos”.
“Esta noche una vez más se derramó sangre humana en Ucrania. Nuestra gloriosa Kharkiv fue sometida a un fuerte bombardeo y la ciudad está prácticamente paralizada. La gente lleva dos días en refugios antibombas. Mykolajiv y todo el sur de Ucrania, la heroica Mariúpol también están bajo un intenso fuego”.
Y enviando una luz de esperanza, señaló: “Pero las aldeas y ciudades ucranianas están recibiendo la llegada de las cigüeñas. Las cigüeñas que construyen sus nidos sobre los restos de los incendios, sobre las casas destruidas, sobre los nuevos cementerios… las cigüeñas arman sus nidos”.
“Llega la primavera, la vida continúa. Los ucranianos saben cómo sobrevivir y su capacidad para sobrevivir a la guerra nos da esperanza. Esa esperanza que brota de la fe en Cristo resucitado, en la Pascua de Nuestro Señor, para la que justamente ahora nos estamos preparando. Y Ucrania se mantiene en pie. Ucrania vive. Ucrania lucha”.
El arzobispo ucraniano reflexionó sobre el séptimo mandamiento: “No robarás”, con el que Dios protege la dignidad del hombre como co-creador con Dios. “Con este mandamiento, Dios protege y muestra la dignidad y el valor del trabajo humano. Y justamente aquí vemos la gloria del agricultor, del hacendado, del trabajador, que dispone del trabajo bendecido por Dios y del fruto de sus manos”.
“Quien no honra el trabajo de su prójimo, quien no honra sus frutos, quien no honra la propiedad privada del hombre, ese nunca tendrá bienestar propio. Nunca habrá prosperidad y bienestar en un país que desprecia el bien de otra persona”.
“Estos días en Ucrania vemos cómo, por un lado, los ucranianos saben compartir su bien con los más necesitados abriendo el espacio privado de su propia riqueza. Pero, por otro lado, vemos de los más graves crímenes contra la dignidad de las personas que saben obtener frutos a través de su trabajo”.
“Vemos cómo los ocupantes en los alrededores de Kyiv, en la región de Chernihiv, preparaban a la gente para que se muriera de hambre, les prohibían ir a los sembrados, minaban los campos y mataban cínicamente al ganado. A los ucranianos no les permitían trabajar”.
“Por otra parte, vimos crímenes de saqueo de guerra. Vimos cuando a los muertos, a los heridos, se les robaba todo lo que tenían. Vimos cuando la vida de una persona tenía menos valor a los ojos del ocupante, que lo que podía robarle. Vimos ejemplos vergonzosos de saqueos en casas abandonadas. Pero a esos saqueadores, el pueblo ucraniano los desprecia. Vimos cuando estos bienes saqueados se ofertaban y se vendían en Rusia, en Bielorrusia... Quisiera recordar a todos que quien compra bienes robados o saqueados se convierte en cómplice del delito. La cosa robada se convierte en una brasa en las manos del que lo tiene en sus manos y quema esas manos. Gente que actúa así, personas de este tipo, esos ladrones, nunca tendrán la bendición de Dios y morirán en la miseria”.
Finalmente, Shevchuk pidió al Señor “que bendiga a Ucrania con bienestar y prosperidad. Que nos dé fuerzas para reconstruir todo lo destruido. Que nos dé fuerzas para alimentar a nuestros hijos. Que nos dé fuerzas para trabajar nuestra tierra que está dispuesta a darnos sus frutos abundantes. Y es con nuestra fuerza y con nuestra capacidad de supervivencia y respetando la propiedad ajena, que queremos también ganar nuestra victoria”.
“Oh Dios, bendice a Ucrania. Bendice a todos los que son capaces de respetar la propiedad ajena y saben construir la propia. Oh Dios, bendice a nuestro ejército que protege la vida y la prosperidad de Ucrania. Oh Dios, bendice a Ucrania como el granero de Europa, como un tesoro espiritual para el mundo entero”. Y concluyó con su bendición.+