San Egidio y Misioneros de Francisco tienden la mesa para los sin techo
- 17 de noviembre, 2021
- Luján (Buenos Aires) (AICA)
Fue en la "Casita de la Virgen" que el movimiento popular tiene cerca del santuario mariano de Luján y en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres convocada por el Papa.
En el marco de la V Jornada Mundial de los Pobres convocada por el Papa, la comunidad de San Egidio y el movimiento Misioneros de Francisco sirvió un almuerzo para personas en situación de calle en la “Casita de la Virgen”, el espacio que la organización social tiene muy cerca del santuario mariano de Luján.
Por primera vez, la comunidad católica y el movimiento social organizaron juntos este gesto de cercanía con los más vulnerables, en sintonía con la prédica del pontífice.
Entre los sin techo estaba un dirigente salteño, de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, presidente de la Federación de Cooperativas de Bagayeros, que está parando hace unos días en la sede de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), en el barrio porteño de Constitución. Otro de los comensales fue Lucas Pedró, secretario de Culto de UTEP y uno de los fundadores de Misioneros.
También un hombre que pasa la noche en un cajero automático del barrio porteño de Congreso y contó su historia de vida mientras esperaba unos canelones caseros con verdura. Reconoció que llegó hasta allí porque lo convenció el presbítero Rubén Canale.
Marco Gallo, coordinador de la Comunidad de San Egidio, llevaba un megáfono al hombro, que cedió a Gabriel Duna, apodado “Pato”, quien contó el amor milagroso entre el Negro Manuel y la Virgen gaucha, iniciada en 1630.
Después de los gritos de apoyo -estilo sapucay- al papa Francisco, a la Virgen de Luján y al Negro Manuel, desde la cocina empezaron a salir peregrinos y misioneros con bandejas de canelones, cubiertos, vasos, bebidas y canastas de pan. Oficiaron de mozos el Chavo, un caminante correntino aporteñado que vivió muchos años en las calles de Buenos Aires; Nacho, el más joven; Luis, de Mercedes, y Ariel.
“La Flaca”, como llaman todos a María Soledad, ya había hervido las verduras en una gran olla a leña y junto a Miriam, Gabriela, y otra misionera, prepararon los 300 canelones.
Los anfitriones no fueron personas acaudaladas, ellos sufren casi las mismas necesidades de quienes estaban sirviendo.
Los juegos de naipes, el canto y la risa llegaron tras haber completado el menú con un flan con dulce de leche. Andrea Poreti, esposa de Marco Gallo e integrante de la comunidad, llevaba puesta una remera verde. En la espalda, una gran cruz en negro y a su lado la cara del beato monseñor Óscar Romero.
“Vivíamos con unos vagos junto a una iglesia en Caballito. Y cada tanto venía (Jorge) Bergoglio. Le pedíamos la bendición. Y él después nos la pedía a nosotros”, afirmó el Chavo, un ex sin techo que se hizo peregrino y misionero de Francisco, que sabe de la especial atención que el Papa, en ese entonces arzobispo porteño, destinaba a los pobres en el camino.+