Viernes 15 de noviembre de 2024

Pidiendo el fin de esta guerra insensata, el Papa consagró a Rusia y Ucrania a la Virgen

  • 25 de marzo, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el marco de la celebración de la Penitencia, este 25 de marzo, Francisco consagró a Rusia y a Ucrania al Inmaculado Corazón de María.
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En un acto espiritual de “plena confianza de los hijos” a la Virgen, el papa Francisco consagró este 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María.

Con este gesto, que consagra a ambos países que se hallan en conflicto bélico, la Iglesia refleja "la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a Ella", expresó el Santo Padre.

El acto de Consagración se llevó a cabo en la tarde del viernes, en el marco de la celebración de la Penitencia en la Basílica de San Pedro.

Reflexionando sobre el Evangelio de hoy, solemnidad de la Anunciación del Señor, el Santo Padre invitó a los fieles a hacer nuestras las palabras del ángel Gabriel tras su encuentro con la Virgen María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»; sobre todo cuando nos acercamos a recibir el sacramento de la Reconciliación.

"Hermano, hermana, hoy puedes oír estas mismas palabras dirigidas a ti; puedes hacerlas tuyas cada vez que te acercas al perdón de Dios, porque allí el Señor te dice: Yo estoy contigo", dijo Francisco haciendo hincapié en que cuando pensamos en la confesión, no debemos presentarnos "cabizbajos", puesto que confesarse, es dar al Padre la alegría de volver a levantarnos.

“En el centro de lo que experimentaremos no están nuestros pecados sino su perdón. Imaginemos que en el centro del Sacramento estuvieran nuestros pecados: casi todo dependería de nosotros, de nuestro arrepentimiento, de nuestros esfuerzos, de nuestros afanes. Pero no, en el centro está Él, que nos libera y vuelve a ponernos en pie”, aseguró.

La Reconciliación es el abrazo de Dios que nos envuelve
En este sentido, el Pontífice exhortó a pedir el don de comprender que la Reconciliación "no es principalmente un paso que nosotros damos hacia Dios, sino su abrazo que nos envuelve, nos asombra y nos conmueve".

Seguidamente, el Santo Padre destacó la importancia de confesarse desde la perspectiva de nuestro Creador: "Lo necesitamos, porque cada renacimiento interior, cada punto de inflexión espiritual comienza aquí, en el perdón de Dios", afirmó Francisco alentando, especialmente en este tiempo de Cuaresma, a no descuidar nuestra Reconciliación, sino más bien, a redescubrirla como el Sacramento de la alegría: “Sí, de la alegría, donde el mal que nos hace avergonzarnos se convierte en ocasión para experimentar el cálido abrazo del Padre, la dulce fuerza de Jesús que nos cura y la ternura materna del Espíritu Santo”.

Por ello, el Papa pidió a los sacerdotes que administran el sacramento del perdón de Dios, que ofrezcan este anuncio de misericordia: "Alégrate, el Señor está contigo", a todos los que deciden confesarse sin ser rígidos, sin poner obstáculos o incomodades, ya que en la Confesión -dijo- "estamos especialmente llamados a encarnar al Buen Pastor que toma en brazos a sus ovejas y las acaricia; a ser canales de la gracia, que vierten el agua viva de la misericordia del Padre en la aridez del corazón".

Por otra parte, el Papa hizo hincapié en otra de las frases del ángel Gabriel a María: «No temas».

Ese temor, según el obispo de Roma, puede invadirnos cuando nuestros pecados nos asustan, nuestro pasado nos inquieta, nuestras heridas no cicatrizan o cuando nuestras caídas nos desmoralizan. En este punto, resulta fundamental seguir el ejemplo de la Virgen María, que siempre nos acompaña brindándonos un mensaje claro y consolador.

“Cada vez que la vida se abre a Dios, el miedo ya no puede convertirnos en sus rehenes. Dios conoce tus debilidades y es más grande que tus errores. Te pide una sola cosa: que tus fragilidades, tus miserias, no las guardes dentro de ti; sino que las lleves a Él, las coloques ante Él, y de motivos de desolación se convertirán en oportunidades de resurrección. ¡No temas!”

Al referirse a las “experiencias de miedo, impotencia y aflicción” provocadas por la guerra que por estos días destruyen tantas vidas indefensas en Ucrania, el Papa destacó la necesidad de escuchar “¡No temas!”.

"Sin embargo, las seguridades humanas no son suficientes”, admitió Francisco, señalando que es necesaria “la presencia de Dios, la certeza del perdón divino, el único que elimina el mal, desarma el rencor y devuelve la paz al corazón. Volvamos a Dios, a su perdón", exhortó.

Para el Papa la situación es clara: "Nosotros solos no logramos resolver las contradicciones de la historia, y ni siquiera las de nuestro corazón. Necesitamos la fuerza sabia y apacible de Dios, que es el Espíritu Santo. Necesitamos el Espíritu de amor que disuelve el odio, apaga el rencor, extingue la avidez y nos despierta de la indiferencia".

Asimismo, el Santo Padre recordó que sin amor, en efecto, no podemos ofrecer nada al mundo, de ahí la importancia de cambiar primero nuestros corazones si verdaderamente queremos cambiar lo demás.

Consagración de Rusia y Ucrania al Corazón de María
Para que esto suceda, Francisco expresó su anhelo de dejarnos guiar por la mano de la Virgen a quien consagró el futuro de los dos países enfrentados:

“En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a Ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre”.

Antes de finalizar, el Papa indicó que estas palabras "no son una fórmula mágica", sino un acto espiritual ya que es el gesto "de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, depositando en su Corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a ella".

Francisco concluyó afirmando que los labios de María pronunciaron la frase más bella que el ángel pudiera llevar a Dios: «Que se haga en mí lo que tú dices».

“La Madre de Dios, después de haber pronunciado el sí, afrontó un largo y tortuoso viaje hacia una región montañosa para visitar a su prima encinta. Que ella tome hoy nuestro camino en sus manos; que lo guíe, a través de los senderos escarpados y fatigosos de la fraternidad y el diálogo, por el camino de la paz”, concluyó.+