Viernes 15 de noviembre de 2024

Obispos costarricenses: "El no nacido no es un producto, es una persona"

  • 10 de diciembre, 2020
  • San José (Costa Rica) (AICA)
Tras la aprobación del Gobierno del mal llamado aborto "terapéutico", los obispos del país volvieron a pronunciarse contra la "cultura de la muerte".
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Los obispos de Costa Rica expusieron su posición ante el anuncio de que el Ministerio de Salud informó a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) la aprobación del “Protocolo de atención clínica para el procedimiento médico vinculado con el artículo 121 del Código Penal: interrupción terapéutica del embarazo”.

En el comunicaron manifestaron: «¡No al aborto, no a la cultura de muerte! El no nacido no es un producto, es una persona».

Aseguraron que la aprobación de la norma técnica los tomó por sorpresa y que «en una sociedad de derecho, el respeto a la vida de todo ser humano constituye la columna vertebral, dado que la vida es el primero y más fundamental de los derechos. Estar vivos nos permite ejercer todos los demás derechos».

Afirmaron que en el primer preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se dice que: “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

Además, indican «que la embriología ha demostrado, sin lugar a dudas, que, desde la fecundación o fertilización, biológicamente está determinada la identidad genética de un nuevo individuo y la pertenencia a una especie en concreto: la humana. Así las cosas, al tener los seres humanos en gestación genoma humano, se es parte de la familia humana. Se debe respetar, por tanto, a esos individuos, su dignidad intrínseca, así como todos sus derechos, el derecho a la vida, que, según nuestra Constitución Política es inviolable».

Piedra angular de los Derechos Humanos
Recalcaron que «sabemos que la dignidad humana es la piedra angular de los derechos humanos. Por ello, todo ser humano es siempre sujeto de derecho y no puede ser tratado como un simple objeto».

Aseguraron que es inaudito que en el protocolo «se llame y trate a los seres humanos en gestación como producto, lesionando gravemente su dignidad humana».

«Viene este protocolo a pretender regular lo establecido en el artículo 121 del Código Penal que ha tutelado por décadas la conducta médica costarricense en lo referente a aquellas situaciones clínicas en las cuales la vida de la madre está en inminente peligro si se mantiene la gestación. Quede claro, entonces, que ningún aborto es “terapéutico”, porque no cura ni resuelve la enfermedad de fondo que ha llevado a un punto crítico la gestación de la paciente; y que se ha utilizado el término “interrupción del embarazo” en sustitución del término aborto no punible», agregaron.

Explicaron que en este «triste documento» de la CCSS se dice «que el inicio de este proceso de muerte se genera a solicitud de la paciente y no partiendo del criterio técnico científico del médico especialista tratante, el profesional que tiene el conocimiento y la formación para determinar si la vida de la paciente embarazada se encontrare en peligro inminente o si su salud física pudiera verse realmente comprometida, vista la patología que sufre, concomitante con el embarazo.

Claramente entonces prima el criterio de la paciente y no del médico en un ámbito que es, fundamentalmente, de alta especialidad clínica».

No garantiza el derecho a la salud
«Este documento ni siquiera garantiza a la paciente con embarazo de riesgo el cumplimiento del Derecho a Salud, tutelado bajo el numeral 21 de nuestra constitución política. No se exige una valoración completa del estado de salud de la gestante con un médico ginecoobstetra formado en manejo de embarazos de alto riesgo, quien debería ser especialista que oriente, guíe y solicite iniciar un análisis integral del caso para llegar al extremo de plantear acabar con la vida de un bebé en un caso crítico de embarazo», añadieron.

De igual manera, expusieron que «a la luz de este protocolo, cualquier mujer, sin ninguna valoración médica, puede solicitar interrupción de su embarazo únicamente por su deseo de acabar con el mismo», amparándose en la afirmación de que este protocolo busca:

“Garantizar el máximo disfrute del derecho a la salud, entendido como el Derecho a tener bienestar físico, emocional y mental a las mujeres que soliciten o requiieran una interrupción terapéutica del embarazo en el marco de la norma técnica”.

Los obispos comentaron que este protocolo «deja abierto, entonces, un peligroso portillo para obligar a médicos ginecólogos a realizar abortos por causas emocionales o mentales. Esto es, costarricenses, abrir la puerta a una solapada y vergonzosa manera de legalizar el aborto en nuestro país, imponiendo con ellos la cultura de la muerte y del descarte, manchando de sangre inocente las manos de nuestros médicos».

«Esta norma, además, incluye abortos con embarazos mayores de 24 semanas, lo cual es, a todas luces, un acto absolutamente lesivo, puesto que niños de esa edad gestacional pueden vivir si son sujetos de atención en unidades de cuidados intensivos neonatales», insistieron.

Oponerse a todo lo que lesiona la vida
Afirmaron no comprender «cómo se incluyeron estos casos en los procedimientos de aborto, cuando en realidad se está enfrente de un parto prematuro. No se dice nada en el mencionado documento sobre la protección de la vida de estos bebés».

«Tampoco se contempla, en los equipos de atención integral aludidos en el documento, la participación de perinatólogos o neonatólogos que orienten a la paciente en la capacidad institucional de atención a niños mayores de 24 semanas de gestación», aseveraron.

En el comunicado se dice también que en el Código de Ética médica del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica se especifica en el artículo 1:

El respeto por la vida humana. La defensa de la vida en todas sus manifestaciones, constituye la esencia espiritual y científica de la medicina. La medicina es una profesión que tiene como fin cuidar de la salud del ser humano y propender por la prevención de las enfermedades y con ello, el mejoramiento de los patrones de vida de la colectividad, sin distingos de nacionalidad, ni de orden económico-social, racial, político o religioso.

Por lo tanto, recalcaron estar seguros «de que ese es el principio fundamental que ilumina el quehacer diario de los galenos costarricenses», por lo que hacen un vehemente llamado al Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica «para que se manifieste en contra de este protocolo».

«Para los creyentes es un deber ante Dios oponerse a todo lo que lesiona la vida», concluyeron. +