Nochebuena: Dios nació como un niño para movernos a cuidar de los demás
- 24 de diciembre, 2020
- Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa recordó en esta Nochebuena que "sólo el amor de Jesús transforma la vida, sana las heridas más profundas y nos libera del descontento, la ira y las quejas".
El papa Francisco presidió el 24 de diciembre, la tradicional Misa de Nochebuena en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana a las 19.30, con unos pocos fieles, en cumplimiento de las reglas contra la pandemia.
En su homilía el pontífice recordó que "Dios no puede no amarnos" y que el reconocernos como sus amados hijos se encuentra el punto de partida de cualquier renacimiento y "el corazón indestructible de nuestra esperanza" más fuerte que los temores por el futuro.
El nacimiento de Jesús, dijo el Papa, “es la novedad que nos permite renacer cada año, para encontrar en él la fuerza para afrontar cada prueba. Sí, porque su nacimiento es para nosotros: para mí, para ti, para cada uno”.
“Porque es la palabra que vuelve en esta noche santa: "Nos ha nacido un niño", profetizó Isaías; "Hoy nos ha nacido el Salvador", repetimos en el salmo; Jesús "se entregó a sí mismo por nosotros", proclamó san Pablo; y el ángel del Evangelio anuncia: "Hoy les ha nacido un Salvador".
“Pero, ¿qué quiere decirnos esto a nosotros? se preguntó el pontífice. “Que el Hijo de Dios, bendecido por naturaleza, viene a hacernos hijos bendecidos por gracia. Sí, Dios viene al mundo como un hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso!”.
Dios nos sobrestima
"Y, sin embargo, si miramos la ingratitud del hombre hacia Dios y la injusticia hacia tantos de nuestros hermanos, surge una duda: el Señor ha hecho bien en darnos tanto, ¿es correcto seguir teniendo fe en nosotros? ¿No nos sobrestima? Sí, nos sobrestima y lo hace porque nos ama a muerte. No puede evitar amarnos. Él es así, es tan diferente a nosotros. Él siempre nos ama, más bien del que logramos tener para nosotros mismos".
“Hoy Dios nos asombra y nos dice a cada uno de nosotros: 'Eres una maravilla'. Hermana, hermano, no se desanime. ¿Estás tentado a sentirte mal? Dios te dice: '¡No, eres mi hijo!' ¿Tienes la sensación de no hacerlo, el miedo a ser inadecuado, el miedo a no salir del túnel de las pruebas?, continúa interrogando el pontífice en su homilía.
“Dios te dice: 'Vamos, estoy contigo'. No te lo dice con palabras, sino haciéndose un hijo como tú y para ti, para recordarte el punto de partida de todo renacimiento: reconocerte como hijo de Dios, hija de Dios”.
Y subrayó Francisco: “Este es el corazón indestructible de nuestra esperanza, el núcleo incandescente que sostiene la existencia: debajo de nuestras cualidades y nuestros defectos, más fuertes que las heridas y fracasos del pasado, los miedos y la ansiedad por el futuro, está esta verdad: somos hijos amados”.
“Un amor por el que Dios “nos sobrestima”, porque “siempre nos ama, más bien del que logramos tener para nosotros mismos. Es su secreto entrar en nuestro corazón. Dios sabe que la única forma de salvarnos, de curarnos por dentro, es amarnos. Sabe que solo mejoramos acogiendo su amor incansable, que no cambia, sino que nos cambia.
“Sólo el amor de Jesús transforma la vida, sana las heridas más profundas, libera de los círculos viciosos del descontento, la ira y las quejas”.
“Para hacernos entender cuánto ama nuestra condición humana, eligió nacer en un pesebre y no en un palacio, para tocar nuestra peor miseria con su amor concreto. El Hijo de Dios nació descartado para decirnos que todo el que es descartado es hijo de Dios”.
“Ese pesebre, pobre en todo y rico en amor, enseña que el alimento de la vida es dejarnos amar por Dios y amar a los demás. Jesús nos da el ejemplo: Él, la Palabra de Dios, es un infante; no habla, pero ofrece vida. En cambio, hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos sobre la bondad”.
Consolar a los que sufren
“Nos han dado un hijo. Cualquiera con un niño pequeño sabe cuánto amor y paciencia se necesita. Es necesario alimentarlo, cuidarlo, limpiarlo, cuidar su fragilidad y sus necesidades, que muchas veces son difíciles de entender. Un niño te hace sentir amado, pero también te enseña a amar.
“Dios nació como un niño para movernos a cuidar de los demás. Su tierno grito nos hace comprender lo inútiles que son muchos de nuestros caprichos. Su amor desarmado nos recuerda que el tiempo que tenemos no sirve para llorar por nosotros, sino para consolar las lágrimas de los que sufren. Dios se instala cerca de nosotros, pobres y necesitados, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos”.
“Nos han dado un hijo. Eres Tú, Jesús, el Hijo que me hace hijo. Me amas como soy, no como sueño. Abrazándote, Niño del pesebre, vuelvo a abrazar mi vida. Al darte la bienvenida, Pan de vida, yo también quiero dar mi vida. Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque desde esta noche todos son mis hermanos”, concluyó el Papa su homilía de Nochebuena.+