Mons. Uriona: "Jesús es un niño débil que nació en una familia"
- 30 de diciembre, 2021
- Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
En su homilía de la fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto exhortó a luchar por esta institución que está en una crisis cultural.
Este domingo posterior a la Navidad, el obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Armando Uriona FDP, explicó que “en la octava de Navidad hay como una constelación de fiestas alrededor del sol que nace de lo alto. Una de ellas es la fiesta de la Sagrada Familia”.
“Dios Padre determinó que Jesús naciera en una familia. No es como un superhéroe que vienen de otro planeta ya lleno de poderes, y que caen a nuestro planeta para salvarlo. No, Jesús es un Niño débil que nació en medio de una familia, de una manera absolutamente milagrosa, divina. Porque María es la Madre, y José es el padre adoptivo. Pero, Él se crio, se formó en el seno de una familia", destacó.
En ese sentido, el prelado demostró que eso es “justamente lo que Dios nos quiere hablar. Quiere bendecir nuestra familia, quiere que luchemos por esta institución básica bajo el modelo de la Sagrada Familia, por esta institución básica que en este momento está en grave crisis por la crisis cultural que estamos viviendo”.
Así, rescató dos episodios del Evangelio. El primero, es aquel en el que Jesús se pierde en el templo. “Ellos iban todos los años a Jerusalén, cumpliendo la ley, como una buena familia judía, y cuando el niño cumplió 12 años, que es una edad clave en la que se llega a una especie de madurez como niño, Jesús se quedó en el templo sin decirle nada a sus padres”, detalló.
Y observó: “Imagínense la angustia de María y José al no encontrar al niño, el que no solo Dios les había encargado para que lo trajeran al mundo, sino para que lo formaran”. En cuanto a esto, resaltó el cuestionamiento sorprendido de María: “¿Por qué nos ha hecho esto?; y la respuesta confiada de Jesús: “¿No saben que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”.
En ese momento, el obispo riocuartense destacó que José y María se percataron de que “ese niño, que era su hijo, estaba mucho más allá de ellos. Los trascendía completamente. Era alguien muy especial, porque era el hijo de Dios”.
Otro aspecto que monseñor Uriona detalló es que “Él volvió a Nazaret y vivía a sujeto a sus padres. Eso quiere decir que, durante 30 años, Jesús vivió en total sumisión y obediencia a sus padres, trabajando con sus manos en el taller de José, obedeciendo a María en las cosas de la casa. Es decir que, la obediencia de Jesús en las cosas del Padre se traduce en la obediencia a estos padres que Dios puso en la tierra”.
Por último, concluyó: “Este es el modelo que tenemos que rescatar. Unos padres amorosos que se dedicaron totalmente a su hijo, al servicio de su hijo, y un hijo que también obedeció en todo a ellos, a pesar de ser el Hijo de Dios”. +