Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Tissera llamó a escuchar los "gritos" de los jóvenes

  • 5 de octubre, 2018
  • Ciudad del Vaticano
Presente en el Sínodo dedicado a los jóvenes que se desarrolla en Roma, el obispo de Quilmes y presidente de Cáritas Argentina, monseñor Carlos José Tissera se refirió a la situación que atraviesa el país natal del papa Francisco, a la realidad de los jóvenes y las necesidades sociales. "Es preocupante", advirtió en una entrevista.
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El obispo de Quilmes y presidente de Cáritas Argentina, monseñor Carlos José Tissera, que por estos días se encuentra en Roma en ocasión del Sínodo de obispos, brindó una entrevista con Vatican Insider en la que se refirió a la situación que atraviesa el país: La situación social en Argentina "es preocupante", expresó.

Además, se refirió especialmente a la realidad de los jóvenes, a sus "gritos" que piden igualdad de oportunidades, y llamó a escuchar sus necesidades, muchas veces silenciosas.

"Lo primero es escuchar, no catalogar ni encasillar, porque generalmente los chicos gritan a su modo y uno debe aprender a interpretar ese lenguaje. Hay una vida ahí que clama y es necesario acompañar", advirtió.

En cuanto a la situación social, el presidente de Cáritas admitió que está siendo "cada vez más solicitada" la ayuda por parte de la gente. Esta situación, reconoció, preocupa a los obispos y también al Santo Padre.

Usted intervino en la primera sesión del Sínodo, ¿qué dijo? 
Hablé de los gritos de los jóvenes, de la necesidad de escucharlos. Gritos que pueden ser, algunos, muy altisonantes y otros silenciosos. Duelen también esos gritos silenciosos que son muy profundos. ¿Cómo escucharlos? Para poder entrar de verdad en comunicación con ellos y poder realmente mostrarles lo que nosotros tenemos: no son muchas cosas, pero sí lo más grande que es Jesús. Lo primero es escuchar, no catalogar ni encasillar, porque generalmente los chicos gritan a su modo y uno debe aprender a interpretar ese lenguaje. Hay una vida ahí, que clama y es necesario acompañar. 

¿Cómo responder a esos gritos? 
En el Sínodo estamos escuchando. Estamos buscando cómo ser creativos, desde la Iglesia, para poder llevar mejor a estos muchos jóvenes que no se sienten Iglesia. Esto lo hemos visto en la reciente discusión sobre la ley del aborto en la Argentina, donde muchísimos jóvenes han dicho cosas inimaginables contra la Iglesia. No se terminan de sentir Iglesia. Sería bueno ver qué hemos hecho nosotros para que estos jóvenes puedan sentirse Iglesia y dialogar con ese modo de ver la vida, escuchar, por ahí alejarnos de posiciones duras. Es cómodo ser duro y decir "esto está mal". El tema es cómo poder hacer ver al joven un camino realmente de verdad, que no sea un autoengaño y dejarlos en libertad de opción. 

¿Cuáles son los gritos de los jóvenes argentinos? 
El tener igualdad de oportunidades, no todos la tienen. Argentina, que es un país muy rico en muchas cosas, tiene una enorme pobreza, que crece. Ha crecido la tecnología y, de la mano, ha crecido la pobreza. Por ejemplo en los campos, donde mucha gente trabajaba, hoy gracias a la tecnología casi se siembra y se cosecha sin necesidad de personas. No estoy en contra de los avances, pero esto muestra cómo no ha ido a la par una política para un crecimiento armónico de la sociedad. Las diferencias se han acrecentado. Cada vez son más los pobres y son más ricos los pocos que hay. Lamentablemente. Antes había una clase media importante, pero se está viviendo el empobrecimiento de la clase media.  

¿En estos últimos meses ha aumentado el nivel de ansiedad de los jóvenes, en función de la realidad económica y social que vive la Argentina? 
Y sí, están preocupados. Están inquietos, no sólo los jóvenes sino también sus padres. El jubilado siempre ha sufrido y ahora sufre más porque ya no le alcanza, pero sufren los jóvenes porque muchos de ellos han invertido tiempo, sacrificio, para hacer una carrera universitaria. Terminan, tienen su título y no saben qué hacer, porque no encuentran cómo ejercer de lo que han estudiado. Es un fracaso que también golpea. 

¿La situación es difícil en todo el país? 
En Argentina en general las Cáritas están siendo cada vez más solicitadas, antes no lo eran tanto por alimentos. El gobierno ha convocado a la Iglesia para que podamos recibir cosas que ellos piensan hacer llegar y, sobre todo, asistir en lo alimentario. Estamos esperando que se concrete, porque siempre pasan estas cosas: el gobierno dice que va a colaborar, la gente acude y pregunta pero todavía no tenemos nada para dar. En eso estamos esta semana, casualmente. 
 
¿En qué se comprometió el gobierno? 
En dar alimentos, a través de la red de Cáritas pero no tenemos nada todavía. También convocó a iglesias evangélicas, aunque no a todas. A las iglesias históricas como la luterana o la metodista no las convocó, no sé si por error o por otra cosa, y eso generó problemas.  

¿Esta es una ocasión para dejar atrás rispideces que pudo haber habido entre la Iglesia y el gobierno en Argentina? 
No sé. Yo he tenido diálogo con la parte de bienestar social, mayormente. La gobernadora (de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal) nos ha convocado dos veces, de la primera a esta última alguna cosa se ha conseguido pero evidentemente la realidad social -no me meto en lo político- es muy preocupante. Yo se lo dije a la gobernadora en el mes de mayo, que la gente estaba intranquila. Ahora puedo decir que la gente ya está preocupada. 

Esta preocupación ¿la tienen también los obispos? 
Y naturalmente que sí. 

¿También el Papa está preocupado por esta situación? 
Es cuestión de preguntarle a él, supongo que a él le preocupan todos los problemas que existen en el mundo, no solamente en la Argentina. Evidentemente el Papa conoce bien la situación. Él ha recibido a la gobernadora, la ministra de Desarrollo Social (Carolina Stanley). ¿Cómo no va a estar preocupado cuando vemos que el mismo gobierno dice que ha aumentado la pobreza? Nuestro recurso siempre es la oración, sostener nuestras comunidades, sabiendo que el camino es el de la colaboración, de buscar puentes, y no el de la confrontación.  

¿Qué está haciendo concretamente la diócesis de Quilmes para la contención social? 
Hay algunos programas compartidos con el gobierno nacional, otros con el gobierno provincial, pero también la gente da. Tenemos comedores, casas del niño, un refugio para gente de la calle que inauguramos el año pasado y así siempre estamos buscando formas para estar cerca de los necesitados, compartiendo. En Quilmes hay mucha gente pobre, por eso en cada capilla que hay existe un comedor; estamos asistiendo más de cinco mil niños. El Estado nos da para asistir a unos tres mil 900, el resto lo asumimos nosotros. Lo mismo pasa con nuestros colegios, tienen una cuota muy baja o directamente son gratuitos. Todo eso es un dineral, pero estamos haciendo un esfuerzo porque nuestra opción es por los pobres. Eso ha sido siempre una marca especial de nuestra diócesis.+