Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Scheining: 'Contemplar al Niño Dios, que se pone en el último lugar'

  • 27 de diciembre, 2023
  • Mercedes (Buenos Aires) (AICA)
"Que en esta Navidad, como el Niño Dios nos enseña, no nos olvidemos de los últimos y los dejemos afuera, sin lugar para ellos", reflexionó el arzobispo de Mercedes-Luján.
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El Arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Scheining, compartió una reflexión para este tiempo de Navidad con la comunidad arquidiocesana.

En un artículo publicado en el diario La Verdad de Junín, el prelado aseguró que los cristianos “celebramos que Dios se hizo hombre, Dios se hizo uno de nosotros para que jamás nos sintamos ni solos, ni lejos de Él. Jesús es Dios que camina con nosotros”.

“En la Navidad, celebramos que Dios hecho hombre nació entre animales y que María lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos”, aseguró, al tiempo que destacó que “Dios ocupa el último lugar, no para que hablemos bien de Él y destaquemos su humildad. Esto a Dios no le hace falta. Lo hace intencionalmente, para estar cerca de los últimos, para que nadie, absolutamente ninguna persona, sienta por algún motivo o circunstancias de la vida, que para Dios deja de ser valiosa, valioso”.

Además, aseguró que el pesebre “no es una idea romántica de Dios y del hombre. No se trata de contemplar una escena en la que nos conmueven las circunstancias. Se trata de un mensaje contundente, fuerte, de una Buena Noticia para toda la humanidad: Dios se pone en el último lugar, para que ninguna persona pierda la esperanza de ser reconocida, amada, aceptada, valorada, rescatada y devuelta al lugar que le corresponde”.

“Una familia, una sociedad, una Nación, puede descartar a uno de sus miembros, pero Dios no. ¡Para Dios, nadie es descartable! O mejor dicho, toda persona, absolutamente toda persona es valiosa y necesaria. Nadie ha nacido por azar, todos estamos invitados a ocupar un lugar, todos tenemos una misión en la vida”, dijo.

Monseñor Scheining señaló también que “no cabe la menor duda, y todos así lo deseamos, de que nuestra patria debe enfrentar transformaciones profundas en todos los órdenes de su vida. Transformaciones en lo ético, en lo económico, lo político y lo social, que nos den la posibilidad de salir del pozo en el que nos encontramos”.

Pero -dijo-, “en este camino necesario, no podemos, ni debemos olvidarnos de los últimos, de todos los últimos, que siempre son personas concretas y no números estadísticos”.

“Celebrar la Navidad es contemplar al Niño Dios que se pone en el último lugar, en el lugar de toda persona anciana, jubilada; de toda niña y niño vulnerado; toda persona en situación de calle, de indigencia, de pobreza; de toda familia sin una casa; de toda persona enferma; de todo joven en situación de adicción, y podríamos seguir con el listado de ‘los últimos’”.

Por otra parte, el arzobispo destacó que la esperanza “es un sentimiento muy fuerte, que puede movilizarnos a construir lo de todos como si fuese de uno mismo. Necesitamos de un audaz y valiente sentimiento de esperanza para sentir que valen la pena todos los esfuerzos. Pero, si dejamos a los últimos afuera de la mesa de la vida, corremos el riesgo de generar sentimientos ilusorios que, así como vienen, se van”. 

“El amor concreto y solidario por nuestras hermanas y hermanos que están en el último lugar nos ayudará a que todos estemos en el lugar que debemos estar, y eso nos dará motivos ciertos para encontrar una esperanza social, una esperanza de todos. El amor concreto, la justicia justa, la determinada solidaridad, siempre nos llenan de una firme esperanza”, enfatizó el arquidiocesano.

Y finalizó: “Que en esta Navidad, como el Niño Dios nos enseña, no nos olvidemos de los últimos y los dejemos afuera, sin lugar para ello; que, en nuestro proyecto de Nación, los últimos, los que la están pasando mal, estén incluidos e integrados”.