40 años de Malvinas: "Los héroes nos interpelan a hacer juntos una Patria que a todos ampare"
- 2 de abril, 2022
- Luján (Buenos Aires) (AICA)
Mons. Scheinig predicó la misa en la basílica de Luján, donde se rezó en unidad por los 40 años del inicio de la guerra de Malvinas y se hizo memoria de los caídos y de quienes sirvieron a la Patria.
El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, recordó a caídos al cumplirse 40 años de la guerra en el Atlántico Sur y, tras poner a los argentinos bajo el manto de la Madre de Luján, aseguró que los héroes de Malvinas “nos interpelan y nos dejan cada año el legado latente de hacer juntos una Patria que a todos ampare”.
El arzobispo pronunció la homilía durante la misa celebrada en la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde los obispos argentinos rezaron junto al pueblo argentino por el 40° aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, e hicieron memoria de quienes entregaron su vida en la contienda bélica y sirvieron a la Patria.
La misa fue presidida por monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y concelebrada –además de monseñor Scheinig- por monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de la Argentina; monseñor Alberto Germán Bochatey OSA, obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la CEA; monseñor Pedro María Laxague, obispo de Zárate-Campana, y sacerdotes del santuario mariano.
Participaron de la celebración eucarística el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona; el ministro de Defensa de la Nación, Jorge Taiana; el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri; el secretario de Culto de la Provincia de Buenos Aires, Juan Ignacio Torreiro; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general Juan Martín Paleo; el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier general Xavier Julián Isaac; el jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, almirante Julio Horacio Guardia; el general de División Diego López Blanco, subjefe del Estado Mayor del Ejército; el director nacional de Gendarmería, comandante general Andrés Severino; y el señor prefecto Miguel Ángel Reyes.
En la homilía, monseñor Scheinig afirmó que “Jesús quiere que en las circunstancias más difíciles de la vida podamos sentirnos bajo el poncho de su Madre”, al subrayar que “esa simple experiencia, la de estar amparados en la Madre común, nos da una fuerte seguridad personal y una hermandad intensa y profunda”.
“¡La muerte no es el fin! Este es el grito de la fe. La muerte es un paso a lo nuevo que viene de Dios. Aquí y ahora, podemos experimentar la fuerza de la paternidad de Dios y la maternidad de María que nos cuida y ampara para enfrentar juntos el camino de la vida”.
“Algo similar debería hacer en nosotros la Patria. La Patria hace las veces de Padre y de Madre que ampara, cuida, protege y da seguridad a todo un pueblo. La Patria es herencia que abraza, es identidad que sostiene, es tierra que contiene, es pueblo que camina con un destino común. La Patria es pasado, presente y futuro. La Patria es Encuentro”.|
El arzobispo recordó palabras del hoy papa Francisco, quien en 2009 en Buenos Aires distinguía entre país, nación y patria, al considerar que “no se nos pide ser tanto ‘paisistas’ ni ‘nacionalistas’ sino ‘patriotas’”, y profundizaba: “El país, como tantos países de otros continentes, si sufre una amputación o pierde una guerra, es capaz de rehacerse. Una nación que pasa por crisis institucionales es capaz de reconstruirse, pero si se pierde la patria es muy difícil recuperarse. El compromiso de patriotas que nos exige recuperar la alteridad en esta cultura del encuentro apunta a no perder la herencia recibida de la patria”.
“Nuestro país y nación están en una tensión constante y delicada, hecha de avances y retrocesos, de logros y de fracasos, de luces y de sombras. Pero necesitamos urgentemente sacar a la Patria de cualquier tensión, para no debilitarla o excluirla. Sin Patria somos errantes y corremos el serio riesgo de quedarnos sin fraternidad, de desconocernos, destratarnos, ignorarnos, maltratarnos”.
“Muchas son las deudas que tenemos y posiblemente la mejor manera de encontrarles una solución, es hacer enormes esfuerzos por cuidarnos y ampararnos los unos a otros. Es muy grave saber que muchas pueden ser las personas que hoy cargan con un sentimiento de orfandad, sentimiento que las deja a la deriva, descuidadas y desprotegidas. Ese ha sido el doloroso testimonio que nos han dado los sobrevivientes de Malvinas, lo que han experimentado durante la guerra y luego de ella, la de sentirse abandonados a su suerte. Esa terrible experiencia humana, ha sido un pecado gravísimo del que muy poco nos hemos arrepentido y del que muy poco hemos aprendido”.
E interpeló: “¿Cómo sentirnos entonces hijas e hijos todos de la misma Patria? ¿Cómo recuperar la confianza y el orgullo de ser argentinos? ¿Cómo hacer para que el sentimiento Patria, no sea una emoción superficial o vacía? ¿Cómo hacer para que la vida de tantos jóvenes muertos en Malvinas, no sea un constante reproche a nuestras conciencias, sino que despertándolas, nos impulse a un nuevo patriotismo?”
Monseñor Scheinig estimó necesario “trabajar duro para que la Patria no se pierda” y lamentó que en los discursos se cite al Papa cuando dice que “el camino es la fraternidad, la escucha, el diálogo, el respeto, la amistad social, una mejor política, un corazón abierto, en fin, una nueva cultura del encuentro”, pero el interrogante sigue siendo “¿cómo hacerlas realidad? ¿cómo hacerlas vida cotidiana?”
“El desafío más significativo de este tiempo es hacer realidad una Patria de hermanos. Y para esto es imprescindible hacernos cargo los unos de los otros y darnos seguridad y hacerlo sin indiferencias ni indolencias, sin pasividad ni improvisación. En nuestra Patria toda persona debe ser reconocida, respetada en su dignidad, toda persona debe tener su lugar, un lugar concreto que nada ni nadie pueda arrebatarle”.
“Seguramente en este desafío de construir una Patria de hermanos, por momentos algunos se sentirán más fuertes y podrán dar fortaleza a los más débiles, y en otras ocasiones los fuertes se convertirán en débiles y necesitarán ser fortalecidos por otros que tal vez estuvieron en situaciones de debilidad y desprotección”.
El arzobispo citó luego la carta de un soldado a su madre, cuyo final, dijo, lo “conmovió”:
Mamá yo quiero que sepas que en ningún momento sentí un poco de temor, ni ninguna otra cosa rara que te haga aflojar, he tenido bronca y algunas cosas pero en ningún momento aflojé.
Yo también quiero lo mismo de vos, pase lo que pase, no aflojes en ningún momento porque tené en cuenta que tenés un hijo que está peleando por algo tan hermoso y perfecto que es nuestra querida ARGENTINA que por supuesto tiene sus pequeños errores como tenemos todos, pero de todos modos tenés o tenemos que dar gracias a Dios de no aflojar porque fue tu sangre, tu carne, la que luchó para estar siempre libres y echar a todos aquellos que quieren habitar nuestras tierras de mala manera. Tenés que estar muy orgullosa de poder decir mi hijo echó a los invasores y en ningún momento titubeó en bajar los brazos porque su mente estaba en la Patria, su gente, mi gente y sobre todo la paz y la libertad que siempre tuvimos.
Bien, queridos padres, ruego a Dios todos los días que mi plegaria llegue a ustedes y tengan la protección que siempre tuvieron. Hasta pronto, que Dios los ilumine como guió mis pasos siempre y acompañó en todo, los quiero y los extraño.
Norberto, Malvinas 4 de junio de 1982
“Queridas hermanas, queridos hermanos, vinimos a hacer memoria de nuestros héroes de Malvinas y agradecerles sus vidas entregadas a la Patria y por la Patria. Venimos a pedir por ellos para que descansen en paz”, expresó, señalando la placa donde están los nombres de los 649 caídos en Malvinas, el homenaje al soldado argentino sólo conocido por Dios, y la imagen de la Virgen de Luján que estuvo en Malvinas, recuperada en 2019.
“Ellos nos interpelan y nos dejan cada año el legado latente de hacer juntos una Patria que a todos ampare”, aseguró, y concluyó: “Dios quiera que en esta Casa de María de Luján, sintiéndonos todos los argentinos protegidos bajo su manto, podamos aceptar valientemente el desafío de estar a la altura de esa sangre inocentemente derramada”.
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