Mons. Puiggari pidió a Dios que infunda en los sacerdotes el anhelo de santidad
- 14 de abril, 2022
- Paraná (Entre Ríos) (AICA)
En la Misa Crismal, el arzobispo de Paraná aseguró que no faltarán vocaciones sacerdotales si "fuéramos más santos, más fraternos, más alegres, más apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio".
El arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió la Misa Crismal de modo presencial, tras dos años de pandemia, en la catedral Nuestra Señora del Rosario, donde renovó las promesas sacerdotales del clero arquidiocesano, consagró el Santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y para la unción de los enfermos.
"A las puertas del Triduo Pascual quiero pedirles que nos situemos al pie de la cruz y tomemos conciencia de cuánto dolor habrá sentido Jesucristo por este tiempo histórico: los horrores de la guerra en Ucrania, la anticultura de la muerte dominante, las distintas formas de pobreza e injusticia, una acelerada secularización de la sociedad y de nuestra Patria que excluye progresivamente a Dios del ámbito público, y un eclipse del sentido de Dios. Vivimos en un tiempo de persecución educada pero agresiva, disfrazada de cultura, de modernidad y de progreso".
"La hora difícil que vive el mundo nos exige ser fuertes en la esperanza, fundada no en un falso optimismo sino en la certeza del triunfo de Cristo, porque Él ama a este mundo y por él entregó su vida”.
Asimismo, señaló que a los sacerdotes “nos exige una entrega incondicional y un amor que nos arranque de la tentación de la mediocridad, de la mundanidad, de la rutina, del egoísmo personal, de la vida cómoda, y nos encienda en el fuego devorador que consumió a San Pablo y a los apóstoles".
"Quizás nunca como hasta ahora se preparan materiales catequéticos, litúrgicos, homiléticos, planes pastorales, todos buenos y necesarios. Pero si nos falta el amor somos -como escribe Pablo en su primera Carta a los Corintios- campana que resuena, o platillo que retiñe… ‘Si no tengo amor, si no soy testimonio vivo, coherente y creíble del amor, si no sirvo al amor, nada soy’".
El arzobispo invitó a recordar que el papa Francisco sostiene que "la misión se realiza por la atracción de una belleza en la vida, por el 'esplendor de la verdad' que despierta los corazones dormidos, que rompe la capa de la indiferencia. Es tiempo providencial de gracia, para proponer nuestro testimonio cristiano, con humildad y sencillez de corazón y dar la razón de la esperanza que anima nuestra vida. Una vida de sencillez y renuncia, llena de alegría y esperanza.
Al renovar las promesas sacerdotales del clero arquidiocesano, monseñor Puiggari le pidió al Señor que “renueve nuestro fervor y entrega, nos purifique de nuestros pecados e infunda una vez más el anhelo de santidad: 'sacerdote santo, pronto y grande'. Pronto, porque la vida es breve. Grande, porque lo requiere la grandeza del sacerdocio y el momento de la historia que estamos viviendo.
“Por eso, mis hermanos, permítanme en esta noche tan especial, recordarles lo que decía San Pablo a Timoteo: 'te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de manos…porque el Espíritu que Dios nos ha dado es un espíritu de fortaleza, de amor y de sobriedad'".
El arzobispo paranaense le pidió al clero renovar el amor por la vocación y escuchar la voz del Maestro que nos llama: “Sígueme”, y recordó: "El sacerdocio exige siempre que renunciemos a nuestra propia voluntad, a la idea de la simple autorrealización, a lo que podríamos hacer o querríamos tener y nos entreguemos a otra voluntad para dejarnos guiar por ella. Si no existe, si no está presente esa decisión básica de entrega a otra voluntad, de identificarnos con ella, no se está caminando por la auténtica senda sacerdotal".
“El núcleo del sacerdocio es ser amigos de Jesucristo. Ser amigos de Jesús es ser hombres de oración, hombres de lo teologal. Así lo reconocemos y salimos de la ignorancia de los simples siervos. Así aprendemos a vivir, a sufrir y a obrar con Él y por Él. La amistad con Jesús siempre es por antonomasia, amistad con los suyos. Sólo podemos ser amigos de Jesús en la comunión con el Cristo entero, con la cabeza y el cuerpo”.
Monseñor Puiggari agradeció a los sacerdotes su trabajo intenso y los alentó frente a las dificultades, recordándoles que rezaba siempre por ellos, y dijo tener muy presente al “querido” arzobispo emérito de Paraná, cardenal Estanislao Esteban Karlic. “Pienso en nuestros hermanos enfermos, en los que están sirviendo en otras diócesis, en los más jóvenes que tienen un largo trayecto por delante, enfrentando este momento de cambios tan vertiginosos, en los que están en la edad madura y sienten el cansancio del camino, por todos y por cada uno, hoy y cada día le pido al Padre que los fortalezca".
Asimismo, invitó a orar por más vocaciones religiosas al afirmar: "Nuestro pueblo tiene derecho a dirigirse a los sacerdotes con la esperanza de ver en ellos a Cristo. No los defraudemos. Ellos nos necesitan como maestros de santidad, que manifestemos el corazón misericordioso del Padre. Tienen necesidad de ello particularmente los jóvenes, a los cuales Cristo sigue llamando para que sean sus amigos y para proponer a algunos la entrega total a la causa del Reino. No faltarán ciertamente vocaciones si se eleva el tono de nuestra vida sacerdotal, si fuéramos más santos, más fraternos, más alegres, más apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio. Un sacerdote 'conquistado' por Cristo, 'conquista' más fácilmente a otros para que se decidan a compartir la misma aventura. Recemos y trabajemos por las vocaciones".
Más información en www.arzparan.org.ar.+