Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Olivera animó a estar 'presentes como signo del Amor de Dios y para servir'

  • 5 de abril, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
El obispo castrense de la Argentina presidió este Martes Santo la misa crismal en la catedral Stella Maris, junto a algunos sacerdotes en representación del numeroso presbiterio del ordinariato.
Doná a AICA.org

El obispo castrense de la Argentina, monseñor Santiago Olivera, presidió este Martes Santo la misa crismal en la catedral Stella Maris, junto a algunos sacerdotes, que representaron al numeroso presbiterio del ordinariato.

“Siempre renuevo con alegría celebrar cada año la misa crismal”, expresó el prelado, indicando que esta convocatoria “nos ofrece una buena oportunidad para animar y fortalecer el espíritu de comunión, como también el camino pastoral de nuestra Iglesia particular”. Usando un término castrense, destacó, además, que esta misa “nos permite renovar con verdadero gozo la verdad de la ‘conjuntes’ diocesana”.

Destacando el significado especial de esa Eucaristía, explicó que “con el santo crisma que hoy se consagra, serán ungidos los nuevos bautizados y serán signados los que reciben el sacramento de la Confirmación, que los hace a los nuevos confirmados valientes testigos del Evangelio, auténticos soldados de Cristo. Asimismo, el santo crisma se utiliza para consagrar sacerdotes y dedicar iglesias”.

Sobre el óleo de los catecúmenos, indicó que “prepara y dispone para el bautismo y, con el óleo de los enfermos, nuestros hermanos serán aliviados en sus enfermedades y también, para algunos, será viático en el tránsito a la vida eterna”.

“Esta bendición y consagración nos habla de la dimensión sacramental de la Iglesia, que nos comunica la gracia pascual de Cristo y nos inicia en la vida de la comunidad cristiana”, resumió.

“Vamos constatando la urgente necesidad de volver a anunciar las verdades más simples y hondas de nuestra fe; eso supone plasmar en la vida estas verdades: Porque creemos nos bautizamos, porque creemos nos confirmamos, porque creemos recibimos al Señor en la Eucaristía. Porque creemos ajustamos nuestra vida a las enseñanzas de Jesús y ponemos por obra su Palabra”, detalló monseñor Olivera.

“El anuncio claro y explícito del Evangelio y las implicancias que conlleva el asumirlo debe verse en las respuestas y actitudes de nuestros fieles. Muchos cristianos están anestesiados en su condición de bautizados, y muchas veces viven y aceptan criterios muy lejanos respecto de la fe cristiana”, lamentó. Por eso, destacó que muchos bautizados necesitan ser evangelizados, “y esto lo experimentamos no pocas veces en nuestra actividad pastoral”.

“Nuestro tiempo está presentando signos adversos a la fe; esto requiere de nuestra parte el estar atentos para vivir nuestro compromiso. Un ejemplo concreto es el mantenernos alertas en todo lo que atenta contra los derechos humanos más elementales, defendiendo la vida desde sus inicios y acompañando a los hermanos en todas las etapas de la misma. Este tema humano y religioso nos compromete como ciudadanos”, exhortó.

Sobre este punto, denunció cómo “algunos en nuestra sociedad, con interpretaciones sesgadas y erróneas y con fuerte ideologización, han transformado muchas realidades, queriéndolas imponer como única verdad, y eso ya es una mentira disfrazada”. “Nuestra misión y compromiso requiere de nuestra parte actitudes prudentes de pastores, requiere sereno discernimiento y valentía de soldado”, animó.

Refiriéndose al Evangelio del día, destacó que Jesús fue enviado para anunciar la buena noticia a los pobres, esto es, a todos: “Los marginados, los no tenidos en cuenta, los que están al borde del camino..., para todos Jesús mostró un trato especial, a nadie excluyó de su amor y de su salvación”.

“Nosotros los cristianos, como Jesús, estamos llamados también con nuestras palabras y acciones, teniendo sus mismos sentimientos, a anunciar la liberación a todos sin exclusión”, invitó. “Así, ‘presentes’ en medio de nuestro pueblo, presentes y dispuestos. Este es nuestro servicio. Presentes como signo del Amor de Dios y presentes para servir”, resumió.

Dirigiéndose a los sacerdotes concelebrantes, les recordó: “Renovamos hoy el ministerio recibido. Este don es el que da sentido a nuestras vidas. Es esta una ocasión propicia y reparadora para volver a darle al Señor Jesús un ‘sí’ pleno e incondicional, a Él que sin mérito de nuestra parte nos eligió y nos llamó, constituyéndonos sacerdotes para siempre, mediadores entre Dios y los hombres”.

“Solo en el trato diario con Jesús renovaremos las fuerzas de cada día. Pidamos al Señor, mendiguémosle confiados el don de la fraternidad y de la paz, que podamos ser instrumentos valientes de la cultura del encuentro, fortaleciendo siempre el respeto de todo hombre y mujer, mirando a cada hombre y mujer con particular solicitud”, prosiguió.

El prelado también consideró oportuno volver a recordar, en este día, “que el camino real e insustituible para avanzar por el camino de nuestra santificación y tener vivo el celo o pasión pastoral es la oración, entendida como ‘estar con Cristo’ (Mc 3,14), como ‘permanecer con Él’ (Juan 15,5), para que así Su mirada se transforme progresivamente en nuestra mirada y Su corazón en nuestro corazón”, aconsejó.

“Al sacerdote que siempre reza y se esfuerza por ser fiel al don recibido, Dios lo ayuda siempre. Como el corazón de la oración cristiana y la clave de nuestro ministerio es la Eucaristía, la celebración de la santa misa debe ser para cada uno de nosotros el centro y el momento más importante de cada día”, concluyó.+