Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Ojea: 'Vivimos una cultura en la que todos gritan y nadie escucha'

  • 25 de abril, 2023
  • Pilar (Buenos Aires) (AICA)
Lo planteó al presidir una misa en el marco de la 122ª Asamblea Plenaria de la CEA. En la homilía, el obispo alentó a llevar a la práctica el "estilo sinodal de la escucha" y puso como ejemplo al Papa
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El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, destacó la importancia del diálogo en todo contexto social y destacó el modo como el Papa se integra a la conversación con un grupo de jóvenes en el documental Amen, Francisco responde. Lo hizo al celebrar este martes la misa vespertina en la casa de ejercicios El Cenáculo, del partido bonaerense de Pilar, donde desde ayer y hasta el viernes se lleva a cabo la 122ª Asamblea Plenaria de la CEA en la que participan un centenar de obispos.

El obispo de San Isidro destacó que en ese diálogo con los jóvenes, el pontífice pone en práctica un “modo de escucha” y puntualizó cómo lo hace: “Allí lo vemos ‘entrar’ en la conversación en la que chicos y chicas ya están compartiendo. El Papa se integra como uno más en la charla. Esa ronda de conversación manifiesta un catálogo de las realidades de los jóvenes y las jóvenes. Un elenco de problemas, de heridas, de planteos, de inquietudes y de enojos con la Iglesia que encontramos muchas veces en nuestro dialogo con el mundo”.

“Francisco participa (de esa charla) con un estilo humilde, que lo hace cercano, sabiendo que vivimos una cultura en la que todos gritan y nadie escucha”, afirmó, y agregó: “El Papa los escucha. Esta es una actitud profética, no demagógica. Llega y se sienta a escuchar. No va a bajar línea, se integra en la conversación y escucha largamente. Escucha lo que es difícil de escuchar: un abuso que no fue debidamente atendido, una joven que le habla del aborto e intenta justificarlo. Escucha el posicionamiento de un joven inmigrante que presenta sus sufrimientos. Acepta el dolor de estos jóvenes y recibe también sus cuestionamientos”.

Monseñor Ojea reconoció que esta conversación del Papa con los jóvenes interpela también a los obispos, ya que “muchas veces estamos escuchando reclamos, planteos, comentarios que no nos gustaría escuchar y tenemos la tentación de ponernos a la defensiva y huir”.

“El Papa se preocupa por empatizar con el interlocutor. Comienza valorando en ellos lo que puede valorar y luego expresa serenamente el pensamiento de la Iglesia sin imposiciones. Dice lo que sabe y lo que puede expresar”, sostuvo, y se preguntó: “¿Por qué tendríamos que tener respuestas para todo?”.

“Muchas realidades de la vida no la tienen”, advirtió, y exclamó: “¡Qué importante es entrenarnos en este estilo sinodal de la escucha!”.

Más adelante el presidente de la CEA planteó ante sus pares en el episcopado: “A diferencia de otras épocas, la Iglesia ya no es la referencia obligada de las sociedades. A muchos ni siquiera les interesa lo que nosotros pensamos, no les molesta discrepar con nosotros. Al contrario, a veces piensan que esa discrepancia los valida. Somos una voz más en la conversación”.

Tras considerar que el Papa conoce bien esta realidad, reflexionó sobre la necesaria capacidad de escuchar y de aproximarse a lo que el otro quiere comunicar.

“Este modo de evangelizar fundado en la escucha requiere de un silencio previo en nuestro interior que nos permita percibir la voz del Espíritu. Hablamos de una escucha incondicional que, si ofrece algún privilegio, es para aquellos y aquellas a quienes nadie escucha. Justamente son aquellos a los que Jesús quiere que escuchemos mejor”, indicó.

La verdad los hará libres
Por último, monseñor Ojea se refirió a la publicación del libro La verdad los hará libres, tres tomos sobre la actuación de la Iglesia en los procesos violentos del país entre 1966 y 1983, a los que evaluó “un verdadero ejercicio de escucha de nuestros archivos y de las víctimas que estaban detrás de ellos”, y explicó: “No tuvimos como conferencia episcopal solamente la intención de publicar los textos de nuestros archivos, sino la de hacernos cargo de una historia, haciendo en primer lugar una memoria agradecida por tantas hermanas y hermanos nuestros, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos que en momentos dramáticos de nuestra historia respondieron con enorme coraje evangélico y entregando sus vidas”.

En este sentido, el presidente del Episcopado dio gracias a Dios por la vida y el ministerio del beato mártir Enrique Angelelli y también de monseñor Carlos Ponce de León, quienes junto con otros obispos -consideró- “estuvieron a la altura de su responsabilidad pastoral, defendiendo la misión de la Iglesia y su servicio al Evangelio y realizando de un modo ejemplar una autentica escucha misionera, con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio”.

» Texto completo de la homilía

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