Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Ojea: "No hagamos tribunales en el corazón contra nuestros hermanos"

  • 12 de febrero, 2023
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro reflexionó sobre el Sermón de la Montaña, recordando que Jesús viene a elevar la ley de Moisés, para instaurar una ley más profunda aún: la ley del corazón.
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“No nos damos cuenta de cómo tenemos el corazón cuando participamos de la Eucaristía, por eso pedimos perdón al comienzo de la misa para poder limpiarnos también de esto que a veces llega a ser en nosotros casi como un estado habitual, el juicio continuo frente a los hermanos”, expresó el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea compartiendo una reflexión sobre el Sermón de la Montaña.

“Jesús da cumplimiento a la ley del corazón”, titula monseñor Ojea su reflexión para el sexto domingo del tiempo durante el año compartiendo que: “Dice Jesús en el Sermón de la montaña que lo que mancha al hombre, lo que lo ensucia, no es lo que entra por la boca sino lo que sale del corazón; él va a inaugurar la ley del corazón y nos ofrece una relectura de la ley de Moisés. Él viene a darle cumplimiento, pero para hacerla más profunda todavía: la ley del corazón”.

El obispo de San Isidro continuó recordando la advertencia del Señor en el Sermón de la montaña: “Pongamos el ejemplo del mandamiento “no matarás”; han oído que se les dijo no matarás y el que mata debe ser llevado al tribunal decía la ley de Moisés, pero ‘yo les digo’ dice Jesús que, ‘aquel que se irrita contra su hermano merece ir al tribunal, aquel que lo insulta, el que lo maldice, merece ir al fuego’. 

Al respecto el presidente de la CEA explicó: “Vemos que aquí aparece el fenómeno del corazón en donde los pensamientos comienzan a volverse contrarios y hacemos un tribunal dentro de nuestro corazón para nuestros hermanos, los juzgamos continuamente y nos olvidamos de la trascendencia que tiene todo esto porque lo que está en nuestro corazón, susurrando primero contra el hermano, necesariamente después va a la palabra, cada vez más agresiva, cada vez más hiriente, cada vez más descalificadora y después termina en actos”, advirtió.

En cambio, dijo monseñor Ojea, “el Señor nos quiere recordar que cuando nosotros estamos delante de él, ofreciéndole nuestro sacrificio, nuestro culto; el altar en el que ofrecemos ese culto es nuestro corazón” y señaló que muchas veces “nuestro corazón no está limpio, sino que está lleno de tribunales frente a los hermanos”. 

De ahí la enseñanza de Jesús de la necesidad de un “culto nuevo en espíritu y en verdad” y “desde el corazón”. Dice Jesús recuerda monseñor Ojea: “deja primero tu ofrenda en el altar, anda a reconciliarte con tu hermano y entonces sí volvé a hacer la ofrenda”. Por eso “no nos damos cuenta de cómo tenemos el corazón cuando participamos de la Eucaristía, por eso pedimos perdón al comienzo de la misa para poder limpiarnos también de esto que a veces llega a ser en nosotros casi como un estado habitual, el juicio continuo frente a los hermanos”.

Jornada del Enfermo
En ocasión de la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, celebrada este sábado 11 de febrero, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina dijo que uno de estos hermanos también "puede caer enfermo como cualquiera de nosotros. Celebramos la Jornada Mundial del Enfermo”.

“Sabemos -dijo- lo que puede sufrir un enfermo por soledad, falta de cuidado, falta de atención”, de ahí que subrayó la importancia que para los cristianos tiene “la visita, la presencia, la compañía, el gesto para los que están padeciendo enfermedad, para alos que acompañan también la enfermedad con estados de angustia, de incertidumbre, con respecto al futuro”. 

“En esta Jornada encomendamos a todos los hermanos que padecen enfermedad, queremos estar cerca de ellos y al mismo tiempo, como nos enseña el papa Francisco, tenemos una humanidad común; también nosotros cuando caigamos enfermos vamos a poder experimentar y reproducir esta necesidad de visita, de presencia, de compañía que tenemos como seres humanos cuando tocamos nuestro límite, cuando tocamos nuestra fragilidad. Que el Señor así nos lo conceda”.+