Viernes 15 de noviembre de 2024

Mons. Ojea: "La tristeza es una pasión que genera la desesperanza"

  • 14 de diciembre, 2021
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"En esta Navidad pidámosle al Señor el don de la alegría; es gozo profundo en la seguridad de que el Señor viene", invitó el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Doná a AICA.org

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, compartió su reflexión para el tercer domingo de Adviento afirmando que todavía no puede medir, por la cercanía en el tiempo, "las esquirlas, las huellas, que en nuestros corazones ha dejado la pandemia".

"Pero seguramente tristeza, desilusión, heridas grandes, dificultades para la cercanía, angustia frente al futuro, incertidumbre, miedo; al mismo tiempo no está vacunada la mitad de la población del mundo y entonces la enfermedad seguirá dándose de alguna manera. Es imperioso que trabajemos por la justicia distributiva de las vacunas, que trabajemos por todos y para todos y no para algunos”, aseveró.

“En medio de la tristeza que podría habernos dejado la pandemia, la liturgia de este domingo, (llamado “domingo de la alegría” por la cercanía, la inminencia de la venida de Jesús al mundo), se abre con un grito, un grito de alegría, en nombre del profeta Sofonías que convoca a la hija de Sión a Jerusalén a gritar de alegría y nosotros los cristianos vemos en esto un eco del anuncio del ángel: 'alégrate María'”, agregó.

El prelado sanisidrense destacó que “la alegría como decía Chesterton es 'el secreto más grande del cristiano' se funda en la verdad, no es ficticia, no es una postura, no es una sonrisita arreglada; es verdadera, no fingida; al mismo tiempo la alegría es contagiosa, si es verdadera se contagia. El placer en cambio se apoya más en los sentidos, no en lo hondo del alma y el placer genera muchas evasiones".

"El mundo en que vivimos multiplica las ocasiones de placer pero estas ocasiones de placer generalmente son distractivas, nos ayuda a evadirnos, a no mirar la realidad, a tomarnos un recreo entre comillas pero no es la alegría verdadera, la alegría profunda del cristiano, que sabe que Dios es más grande que nuestro corazón, que Dios es más grande que nuestra tristeza y que Dios está viniendo”, completó.

Monseñor Ojea invitó a que en esta Navidad cada uno le pida a Dios "el don de la alegría; ese gozo profundo en la seguridad de que el Señor viene, es serenidad y paz de saber con certeza que viene".

"Aún en medio de las tribulaciones, san Pablo nos habla de la alegría, en medio de tribulaciones y en medio de dificultades. San Francisco de Asís decía que la tristeza era el mal babilónico porque se multiplicaba y porque tenía muchas caras. La tristeza es una pasión que genera la desesperanza. Pidámosle al Señor ser alegres en la esperanza sabiendo que ciertamente el Señor viene y nos conserve ese gran secreto que la alegría para el cristiano”, concluyó.+