Mons. Ojea: 'La corrección fraterna es un llamado a la responsabilidad'
- 10 de septiembre, 2023
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro aseguró que el primer paso es la humildad y el último "sentirnos responsables de nuestros hermanos; también, en aquellas cosas que pueden estar mal, el hacernos cargo".
Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro, recordó que el Evangelio de este domingo trae el tema de la corrección fraterna, a la que definió como “un llamado a la responsabilidad por nuestro hermano”, y señaló que lo es también la lectura del profeta Ezequiel, que llama a hacerse responsable del error del hermano, advirtiéndole acerca de sus errores.
“Qué común es, en el momento en que estamos viviendo, decir que cada uno se arregle, ‘a mí que me importa’, reflejando aquella frase del Génesis: ‘¿Soy acaso yo guardián de mi hermano?’”, planteó en su reflexión semanal.
“La corrección fraterna es un llamado a hacernos cargo fraternalmente de los errores que comete mi hermano, porque yo también puedo cometer errores. Este es el primer principio, la humildad, que es el reconocimiento de que yo también me puedo equivocar. Nosotros pedimos perdón por nuestros pecados, no por los pecados de otro, por los nuestros; y así podemos comenzar la celebración de la Eucaristía”, ejemplificó.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina sostuvo que “la humildad es básica en este primer paso de la corrección fraterna, que es decirle a mi hermano y advertirle que lo que ha hecho no está bien; animarnos a hacerlo bien, pero para hacerlo bien tengo que excluir cualquier otro tipo de interés, solamente me tiene que mover el interés de hacerle bien”.
“Enseguida uno se da cuenta cuando alguien viene a decirle algo para hacerle bien y que no existe otro interés”, destacó, y agregó: “Es un gesto de delicadeza para evitar exponerlo a un escarnio público o para ir directamente a la crítica sin pasar por este paso; entonces sí sabemos que la lengua mata; qué fácil es hablar de los pecados de mi hermano, de las faltas de mi hermano”.
“El Señor nos presenta el desafío de hablar primero con el hermano, de poder confrontar sin exponerlo, sin buscar herirlo, sino solo para hacerle bien”, sostuvo.
El obispo sanisidrense enfatizó que, “de esta parte primera del proceso, dependen todos los otros pasos; si mi hermano percibe la delicadeza, la verdad y la humildad, del modo como se lo estoy diciendo, sabiendo que yo también soy pecador y que yo también me puedo equivocar, entonces evito la sola crítica y así se entiende que puedo pasar al segundo paso”.
“Ya, si no me escucha, con dos o tres testigos, ir avanzando en esta necesidad de que él pueda ver el daño que ha provocado y, finalmente, el tercer paso; decirlo a la comunidad, pero el fundamento último de todo este Evangelio es de sentirnos responsables de nuestros hermanos; también en aquellas cosas que pueden estar mal, el hacernos cargo, el no lavarnos las manos como Pilato y preocuparnos solo de lo que nos pasa a cada uno”, concluyó.+