Mons. Ojea: "El examen cuaresmal está en mirarnos hacia adentro"
- 6 de marzo, 2022
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"En este tiempo tan difícil pongamos la fragilidad de nuestro mundo, en las manos del Señor para que Él escuche nuestro clamor por la paz", sugirió el obispo de San Isidro.
El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, comenzó su reflexión para el primer domingo de Cuaresma recordando que el Evangelio presenta a Jesús llevado por el espíritu al desierto. “El desierto es el lugar del encuentro con Dios, del amor con Dios, también es el lugar de la prueba y de la tentación. En el desierto aparece lo esencial, las necesidades esenciales: el agua, el alimento, el cubrirse del sol, el poder caminar, la vida misma; ahí no son útiles los teléfonos celulares, las computadoras, las agendas que tenemos”.
“En el desierto importa lo esencial; por eso la Iglesia quiere llevarnos en este tiempo al desierto, es decir, a lo esencial”, subrayó, y planteó: ¿Cómo está tu corazón? ¿Cuál es el sentido de tu vida? Olvídate de tus ansiedades, olvídate de tus urgencias, olvídate de lo que te ocupa tanto tiempo para pensar a dónde va tu corazón. ¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Cuáles son los ejes de tu vida? ¿Cuáles son las personas para quienes vivís o la persona para quien vivís?”.
“Este es el examen que nos pide la Cuaresma; no está en tu mirar hacia afuera sino en mirarnos hacia adentro”.
Monseñor Ojea animó recordando un pasaje del Deuteronomio: “’Mi padre era un arameo errante, un hombre sin destino podemos decir y de pronto formó un pueblo, un pueblo fuerte, un pueblo numeroso que Dios regalaba. Luego vino la opresión y allí aparecen estas palabras fundamentales: en medio de la opresión el Señor nos escuchó, el Señor miró nuestra miseria, nuestra opresión y nuestro cansancio. Esta es nuestra fragilidad que tenemos que presentar al Señor”.
“Venimos de una pandemia o todavía estamos en ella y ahora tenemos la guerra. Cuando pensamos en la oración por la paz, y el Miércoles de Ceniza tuvimos la jornada de oración por la paz, nos unimos con nuestros hermanos judíos, con nuestros hermanos musulmanes, para pedírselo fervorosamente al Señor; cuando hicimos esta oración debíamos haber pensado en ponerlos en la piel de nuestros hermanos ucranianos que están perdiendo vidas; vidas de niños, vidas de personas mayores”.
“Una cosa es ver la guerra por televisión otra cosa es sufrir ese temor, la gente aglomerada en las estaciones para poder escapar, los países vecinos llenos de demandas, de requerimientos; la angustia, la incertidumbre que crea la guerra frente al futuro, este fracaso de la humanidad como dice el papa Francisco esta ‘locura de la guerra’”.
Por último, monseñor Ojea alentó a poner “delante del Señor en esta Cuaresma, mirándonos por dentro en el desierto de nuestro corazón, nuestra fragilidad y al mismo tiempo pongamos la fragilidad de nuestro mundo en este tiempo tan difícil para que el Señor escuche nuestro clamor por la paz”.+