Mons. Ojea: "Abramos el corazón para poder recibir la paz de Jesús"
- 24 de abril, 2022
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro invitó a recibir y transmitir la paz a todas las hermanas y hermanos, aunque este deseo sea una utopía en este tiempo del mundo en guerra.
El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, comenzó su reflexión para el segundo domingo de Pascua señalando que “el Señor se presenta deseándoles la paz a sus discípulos, son las primeras palabras de Jesús resucitado: ‘la paz esté con ustedes’, es el primer fruto de la Pascua, la paz”.
“Hoy nos parece esto como una utopía; la paz en un mundo que está en guerra. La paz en un mundo que está viviendo la oscuridad de la guerra”, expresó, y se preguntó: “¿Cuál es el origen de la violencia?”.
“En la Sagrada Escritura aparece el relato de Caín y Abel como si fuese la causa de toda la violencia. Caín y Abel presentan sus ofrendas al Señor; y al Señor le agrada la de Abel y no la de Caín. Caín queda resentido y con la cabeza baja. Comienza a desconfiar que el Señor lo va a seguir queriendo, lo va a seguir eligiendo. La paz se quiebra y nace la violencia cuando aparece el miedo, la inseguridad, la desconfianza”, graficó.
El prelado sanisidrense explicó que “antes de cometer ese tremendo pecado Dios le va a decir a Caín: ‘¿Por qué tenés la cabeza gacha? Si obras bien podrás mantenerte de frente, podrás tener esperanza’. Caín no escucha esa palabra, corta el diálogo con Dios y enseguida dice ‘vamos afuera’ y va a matar a su hermano”. “Lo más tremendo es la consecuencia, que es como el blindaje de la indiferencia del corazón. Dios le pregunta: ¿dónde está tu hermano?, y ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?, le contesta Caín. Se rompe totalmente la relación, se quiebra la fraternidad; todo por esta profunda inseguridad, este terror de ser aniquilado que es de donde nace la violencia”, profundizó.
El presidente del episcopado destacó que “cuando el Señor nos trae la paz, nos trae su seguridad; la verdadera seguridad para el ser humano; que Dios nos quiere, que estamos sostenidos por su amor; que él ama a cada criatura; Él viene a rescatar ese núcleo de profunda belleza que hay en cada persona humana, que es digna porque Dios la quiere”.
“Allí radica nuestra seguridad, en el amor de Dios y allí comienza nuestra confianza; entonces sí en las relaciones de convivencia podemos construir, solo desde la paz; cuando se ha armado una muralla de desconfianza, de terror y de miedo la reacción es violenta y cuando la violencia se desencadena es muy difícil de frenar” y añadió: “En esto el ser humano ha manifestado a lo largo de la historia que una violencia trae otra violencia siendo muy difícil poder volver a un plano de entendimiento”.
Monseñor Ojea finalizó su reflexión animando a abrir el corazón para “poder recibir la paz de Jesús en este domingo que es la plenitud de la Pascua, el octavo día después de Pascua: ‘la paz este con ustedes’” e invitando a recibir y transmitir la paz a todas las hermanas y hermanos.+