Viernes 15 de noviembre de 2024

Mons. Mollaghan hizo memoria del "grave atentado" contra la embajada de Israel

  • 17 de marzo, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
A 30 años del ataque terrorista, el arzobispo -entonces párroco del templo frente a la sede diplomática- suplicó por los muertos, entre ellos un sacerdote, y agradeció a Dios por los que sobrevivieron
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El arzobispo emérito de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, hizo hoy memoria del “grave atentado” perpetrado el 17 de marzo de 1992 contra la embajada de Israel, ubicada frente a la parroquia Madre Admirable, en el que murió el presbítero Juan Carlos Brumana y cuyo templo sufrió daños importantes. 

“Memoria del grave atentado a la embajada de Israel, súplica por las víctimas, y gratitud a Dios por los que siguieron con vida”, escribió el prelado que hace 30 años era párroco de la iglesia frente a la sede diplomática y que resultó herido. 

“La memoria nos permite recordar el horror de un atentado y del terrorismo como el que vivimos en nuestra Patria; así como el de la violencia que nunca deben ser una opción para el hombre y para el mundo”, subrayó.

Por último, monseñor Mollaghan imploró: “Que busquemos los caminos del bien, fortalezcamos los ideales de  justicia, y seamos artesanos de la paz. También pidamos a Dios, que transforme el odio en amor, y cambie los corazones”.

Texto del mensaje alusivo
Memoria del grave atentado a la Embajada de Israel, súplica por las víctimas, y gratitud a Dios por los que siguieron con vida. 

Junto al grave atentado a la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992, en la calle Arroyo y Suipacha, de esta ciudad de Buenos Aires del que hoy se cumplen treinta años, también la parroquia Madre Admirable sufrió la terrible explosión por su cercanía a la sede diplomática, así como el Colegio parroquial, la residencia de ancianas y varias manzanas del barrio de Retiro.

Esta mañana temprano, como lo hice cada año en el que estuve en Buenos Aires, pude acercarme -aunque la esquina de la calle Arroyo está vallada y cerrada por la seguridad del acto de esta tarde con las autoridades- a la querida parroquia Madre Admirable, de la que era su primer párroco, para hacer una oración e invocar a Dios por las víctimas, entre ellas recordar de un modo particular al P. Juan Carlos Brumana, mi querido vicario parroquial.

Junto a esa súplica, también agradecí a Dios por los que seguimos en pie, como el diácono Ramón y muchos de nosotros entonces heridos, a los sobrevivientes que por su divina providencia continuamos con vida.

En el agradecimiento, recordé a la comunidad, a los fieles y amigos, a los arquitectos y profesionales, a todos los que permitieron reconstruir y volver a levantar el templo, cuyo ábside y parte del techo se desplomaron; así como los vitrales, el revestimiento de mármol, los bancos, el órgano, y todo lo que sucumbió y se perdió con la explosión. Todos ellos hicieron posible volver a levantar el templo, el colegio y la casa parroquial. Fue la ayuda de muchos lo que hizo posible su reconstrucción.

Con el paso de los años valoro siempre más a los jóvenes, que durante muchos días y noches ayudaron y cuidaron el lugar; a los padres, alumnos, maestras y directivos del Colegio parroquial, en especial a su directora María Elena de Molinari, a la vicedirectora Eugenia Dasso de Cabanellas y a la secretaria María del Carmen Fuchs; a Rosa y al personal; así como al arzobispo cardenal (Antonio) Quarracino que se acercó enseguida al lugar y a los sacerdotes que fueron solidarios.

La memoria nos permite recordar el horror de un atentado y del terrorismo como el que vivimos en nuestra Patria; así como el de la violencia que nunca deben ser una opción para el hombre y para el mundo.

Que busquemos los caminos del bien, fortalezcamos los ideales de  justicia, y seamos artesanos de la paz. También pidamos a Dios, que transforme el odio en amor, y cambie los corazones.+