Mons. Mestre animó a hacer "todo con amor"
- 28 de octubre, 2020
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Moneda", "intensidad" y "esencial", fueron las tres palabras que utilizó el obispo de Mar del Plata para sus tres puntitos de esta semana.
En su reflexión para el domingo 30º durante el año, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó con el Evangelio de San Mateo tomando tres palabras: “moneda”, “intensidad” y “esencial”.
De este modo, ilustró el relato en el que los fariseos se preguntaron “cuál era el mandamiento más grande de la ley”, y Jesús respondió con “gran maestría”.
Dos caras de una misma moneda
Al comenzar, monseñor Mestre dijo que hay una tentación “de separar el amor a Dios del amor al prójimo”, pero Jesús es muy claro: “Dos mandamientos que son uno”, aseguró. Y el obispo marplatense comparó: “Así como toda moneda real necesariamente tiene dos partes, cara y seca, de la misma manera el amor en serio, el amor cristiano es uno pero tiene dos dimensiones que son inseparables: el amor a Dios y el amor al prójimo”, explicó.
Con toda la intensidad de la vida
Luego hizo alusión a la expresión “con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu espíritu”, la cual refleja “la intensidad y totalidad que el amor cristiano posee. Ese es el amor verdadero”, afirmó monseñor Mestre. Sin embargo, aclaró que se trata de una intensidad “que no tiene que ver con la expresión exterior de carga sentimental o con superficiales efectos románticos”, sino con “dar la vida”, porque así nos amó Jesús, “dando intensamente su vida para salvarnos”.
El amor lo esencial de la vida
Finalmente, el prelado marplatense se detuvo en lo “esencial”, en el “ingrediente absolutamente necesario para una vida feliz”, es decir, en el amor. “Dios nos creó para vivir y estar constantemente en su amor y en el amor”, recordó monseñor Mestre, resaltando que “se hace necesaria siempre una dosis de amor en todo lo que hacemos y vivimos”. En efecto, “lo malo de nuestra existencia debe ser tocado por el amor para ser modificado en algo bueno”. Pero también, “lo bueno de nuestra vida necesita siempre del amor para que no se desproporcione ni se absolutice nada que no tenga que ser absoluto”. Indicó el obispo. Al concluir, compartió una secuencia que refleja cómo el amor es realmente esencial a la vida:
Todo con amor…
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La sencillez sin amor, te hace mediocre.
La justicia sin amor, te hace implacable.
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La pobreza sin amor, te hace miserable.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La prudencia sin amor, te hace cobarde.
La audacia sin amor, te hace insensato.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
El fracaso sin amor, te hace amargado.
La esperanza sin amor, te hace alienado.
El realismo sin amor, te hace pesimista.
La castidad sin amor, te hace orgulloso.
La verdad sin amor, te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La oración sin amor, te hace un farsante.
La ley sin amor, te hace inclemente.
La amistad sin amor, te hace utilitario.
La fe sin amor, te hace fanático.
La cruz sin amor, se convierte en tortura.
La vida sin amor… no tiene sentido.+