Mons. Martín en la fiesta de Lourdes: María siempre vuelve a recordar lo esencial de la vida
- 12 de febrero, 2019
- Rosario (Santa Fe) (AICA)
El arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, presidió el 11 de febrero la misa central en el marco de las fiestas patronales en honor de Nuestra Señora de Lourdes y de la Jornada Mundial del Enfermo. La celebración fue ocasión para declarar santuario arquidiocesano a la basílica dedicada a la Virgen de Lourdes, en el 90º aniversario de su fundación.
La celebración tuvo lugar en la basílica de Nuestra Señora de Lourdes, que en el marco de su 90º aniversario y conforme al Código de Derecho Canónico y a las necesidades pastorales de la Iglesia de Rosario, fue declarada santuario arquidiocesano.
En su homilía, el prelado destacó la figura de María, "esta chica que el Señor había predestinado desde toda la eternidad y que no podía tener, para poder ser la madre del Salvador, ninguna connivencia con el pecado y por eso el Señor la preservó de la mancha del pecado original y hoy la celebramos en su advocación de Lourdes".
"Siempre tenemos que tener este corazón inmensamente agradecidos al Señor porque nos ha traído la salvación a través de la Virgen, a través de María, la madre de Dios y madre nuestra. Por eso también Dios para que su obra redentora continuara en el tiempo, nos dejó la Iglesia y nos dejó a María como Madre de la iglesia y Madre de todos nosotros allí en la cruz", señaló.
"María se fue manifestando de diversos modos en esas revelaciones, como en Lourdes: siempre María vuelve a recordar las cosas esenciales de la vida y nos vuelve a recordar la necesidad de la conversión y de la penitencia, nos vuelve a recordar la necesidad de rezar especialmente el santo rosario, pero nos muestra también su cariño, su afecto y su compasión, siendo poderosa intercesora para concedernos las gracias que necesitamos, para traernos alivio a nuestras fatigas, a nuestros sufrimientos, a nuestros dolores, a nuestras enfermedades, a nuestros cansancios como es la característica, podemos decir de Nuestra Señora de Lourdes", afirmó monseñor Martín.
"Por eso, nuestro corazón siempre tiene que estar agradecido al Señor por el don de la vida, por el don de María. Ella como Madre reúne a su pueblo, reúne a su familia como el día de hoy y en la novena donde han venido todos los fieles con su historia, con su pena, con su acción de gracias, cada uno con su dolor y con mucha esperanza a rogar a la Santísima Virgen. Por eso, y con motivo de los 90 años como parroquia y a pedido del párroco, declaramos hoy a este lugar santuario", explicó el prelado.
En ese sentido, detalló que un santuario "es un lugar caracterizado por una afluencia de fieles, de peregrinos, de gente que no es sólo de la Parroquia sino que vienen de distintos lugares como ciertamente hay aquí en estos momentos. Es un lugar de gracia, un lugar especial. No porque Dios no pueda derramar su gracia en otras partes, o porque no lo pueda hacer en cualquier lugar sino porque nosotros necesitamos de lugares físicos, visibles, perceptibles por los sentidos como sitios privilegiados del amor y de la misericordia de Dios".
"Por eso venimos al Santuario de la Virgen, lugar de la misericordia de Dios, lugar del perdón donde dejamos nuestros pecados, lugar del culto a Dios donde ofrecemos el santo sacrificio de la misa, donde venimos con toda nuestra vida, con nuestra carga, pecados, para dejarlos en la confesión, donde venimos con nuestro sufrimiento para entregárselos a la Virgen y con nuestras enfermedades físicas también para pedirle la salud del cuerpo si es que conviene a la salud del alma", sostuvo.
El arzobispo recordó que "Dios no nos hace milagros simplemente para curarnos físicamente porque sería muy poco de parte de Dios curarnos físicamente y no darnos el perdón, la curación del alma, la salvación. El milagro más grande es el del perdón, el de la curación espiritual, la sanación interior, de la liberación del pecado, el ser inundado por la gracia de Dios", aseguró.
"El santuario es un lugar santo, un lugar de encuentro, un lugar de culto a Dios y recepción de su gracia, un lugar de evangelización, un centro de proclamación del Evangelio, de la Palabra de Dios, de ese anuncio del kerigma, ese anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como el don más precioso", reiteró.
"Cuántas riquezas el Señor quiere darnos siempre. Para eso necesitamos un corazón que se deje herir por la Palabra de Dios, que se deje penetrar por esa espada de doble filo que divide la entraña y que nos juzga, que nos ilumina, que nos consuela, pero si no dejamos que penetre esa palabra de Dios y no abrimos nuestro corazón, estamos vacíos", lamentó.
Finalmente, añadió que el santuario es un lugar de gracia, para escuchar con un corazón abierto la Palabra de Dios; de caridad, de amor fraterno entre nosotros en primer lugar y donde cualquier pobre que llegue se encuentre con el amor de Dios a través de nuestra caridad; un lugar de cultura, porque la fe necesita inculturarse, necesita meterse en la vida, en la mente, en el corazón de nuestro pueblo; un lugar ecuménico, de puertas abiertas para recibir aquellos hermanos cristianos que a lo mejor no tienen la devoción a la Virgen.
"Cuánta riqueza tiene el santuario. Es una responsabilidad de quienes lo llevan adelante: el rector del santuario con la ayuda de los sacerdotes, los laicos y de todos los que colaboran aquí y ahora", reconoció. "Es un don y una tarea, un regalo y una responsabilidad", afirmó.
Finalmente, monseñor Martín deseó "que la palabra que hoy resuene y se manifieste en nuestro corazón y nuestros labios sea ¡Gracias Señor, bendito seas! porque nos has regalado a Jesús por medio de la Virgen y en la Iglesia nos sigues derramando tu amor y tu misericordia, y seguimos teniendo a la Virgen como Madre, consuelo en las aflicciones, salud de nuestras enfermedades, Madre que nos cobija, Madre que nos ampara, Madre que nos ayuda en el camino hasta que un día junto con Ella podamos con todos los santos contemplar a Dios, cara a cara", concluyó.+