Mons. Larregain fue consagrado obispo auxiliar de Corrientes
- 30 de junio, 2020
- Corrientes (AICA)
En una misa presidida por el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, fue ordenado obispo auxiliar de la arquidiócesis monseñor José Adolfo Larregain OFM.
En el marco de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, el obispo auxiliar de Corrientes, monseñor José Adolfo Larregain OFM, recibió la ordenación episcopal de manos del arzobispo, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap.
La ceremonia se llevó a cabo en la catedral Nuestra Señora del Rosario, y estuvo concelebrada por el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna; el obispo de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín; el obispo de Santo Tomé, monseñor Gustavo Montini, y un reducido número de sacerdotes en representación del clero local, entre ellos el vicario general, monseñor José Billordo, los vicarios episcopales y los decanos, además del párroco de la catedral, presbítero Jorge Ojeda, el maestro de ceremonias, presbítero Luis Molina y dos diáconos permanentes, todos ellos acatando las normas sanitarias indicadas y con los permisos correspondientes.
Asistieron a la celebración el gobernador de la provincia, doctor Gustavo Adolfo Valdés, junto con su esposa, y el intendente de la ciudad de Corrientes, doctor Eduardo Tassano; dos representantes de la vida consagrada.
Al comienzo de su homilía, monseñor Stanovnik saludó especialmente a los presentes, a quienes siguieron la transmisión en las redes sociales, y a las comunidades a las que perteneció monseñor Larregain hasta llegar a la arquidiócesis de Corrientes, en especial a la Fraternidad de los Hermanos Menores de la provincia San Francisco Solano en la persona de su ministro provincial, fray Daniel Fleitas OFM.
“El contexto global de crisis que estamos transitando, causado por la pandemia del Covid-19, es un signo muy fuerte para el inicio del ministerio episcopal de nuestro hermano. Aquí viene bien tener presente los signos episcopales que va a recibir el nuevo obispo: el anillo, la mitra y el báculo. Bien podemos decir que esos son signos para que el pastor pueda acompañar la travesía del rebaño que le ha sido confiado, advertirlo de los peligros que lo acechan en el camino, y orientarlo hacia el Dios de la vida y el amor humano”, señaló monseñor Stanovnik. “Son signos para un oficio nada fácil, porque debe dar seguridad y dirección para enfrentar las crisis más hondas y sistémicas por las que inevitablemente atravesamos los seres humanos. Un servicio que implica tanto dejarse acompañar, como acompañar a otros, aprender a soportarse pacientemente y soportar con mansedumbre a su pueblo; ser dócil a las inspiraciones del Espíritu para que, gobernado por él, gobierne de acuerdo con sus luces y no con las propias. Por todo ello, los signos episcopales que mencionamos son profundamente significativos”, añadió.
En ese sentido, se refirió a cada uno de los signos: “El anillo, amor de alianza”; “la mitra, para aprender a soportar con Jesús manso y paciente de corazón”; “el báculo, para dejarse conducir por el Espíritu Santo y así poder iluminar y gobernar a la Iglesia de Dios”.
“Son signos que ponen en crisis un modo individualista de comprender y vivir la vida, e insisten a tiempo y destiempo a no olvidarnos de Dios, a centrar nuestra vida más en él, a ser más generosos y fraternos, y más sobrios y cuidadosos en el uso de los bienes de la creación. Pero también son signos que atan al obispo a una unción de júbilo, que así es toda unción que proviene del Espíritu Santo, para compartir la alegría y esperanza del pueblo de Dios que se le confía a su cuidado pastoral”, aseguró.
Al referirse al lema episcopal elegido por monseñor Larregain: “Nosotros somos testigos”, el arzobispo de Corrientes destacó que se trata ded una expresión “tomada de los valientes discursos del apóstol Pedro en circunstancias adversas, en las que corría peligro aún su propia vida”.
“Es frecuente que el anuncio de la Buena Noticia de Jesús provoque hostilidad y rechazo, porque su propuesta convoca a vivir un estilo de vida fraterno, atento a todos, especialmente a los que la sociedad rechaza como indeseables y sobrantes”, advirtió. “La mentalidad mundana no soporta el Evangelio y menos aún a los evangelizadores. Sin embargo, no hay cadenas que puedan sujetar la fuerza del Evangelio ni impedir la predicación del ministro”, aseguró.
En el marco de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, señaló que de ellos “aprendemos una verdad fundamental para la misión de todo cristiano: para dar testimonio de Jesús solo Él tiene el poder para hacerlo su testigo”.
“Querido hermano José Adolfo. Ambos venimos de transitar el camino espiritual en la fraternidad franciscana. Allí aprendimos, movidos por el Espíritu del Señor, la gracia de ser hermanos menores, y durante algunos períodos, hemos desempeñado también el sacrificado y beneficioso ejercicio de ser ministros de los hermanos. Te recomiendo que recuerdes con frecuencia la carta que le escribió Francisco de Asís a un ministro, en la cual le exhorta con estas palabras: ‘Que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu misericordia’”, aconsejó. “Y que este espíritu de fraterna compasión invite a todos a acercarse a tu persona sin temor y que ningún fiel laico, sacerdote o persona consagrada, deje de encontrarse con una fraterna y misericordiosa acogida del obispo, padre y hermano”, añadió.
“Porque ‘nosotros somos testigos’, como explicas en tu lema episcopal, testigos del poder de Jesús resucitado y vivo en medio de su pueblo, que es quien hace posible la creación de una nueva comunidad fraterna. Vas a recibir una unción de júbilo, como es todo lo que proviene del Espíritu Santo”, afirmó.
Para terminar, recitó una invocación de San Bernardo a la Virgen, “para que obtengas su ayuda y no olvides nunca el ejemplo de su vida”, explicó: “Si la sigues, no puedes desviarte; si la invocas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte. Si ella te sostiene, no caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas; si ella te es propicia, llegarás a la meta”.
"José Adolfo, te ha tocado la gracia de venir a un pueblo profundamente mariano. Por ello, y ante la Cruz de los Milagros, te encomendamos a la protección de nuestra tierna Madre de Itatí, para que el mismo Espíritu que la cubrió a ella te ilumine, sostenga y consuele en tu ministerio episcopal. Amén”, concluyó.
Llegando al final de la celebración, el nuevo obispo auxiliar de Corrientes se dirigió al pueblo de Dios con un saludo y expresó su acción de gracias a Dios, “por este día tan especial para mi vida en el que el camino recorrido por ustedes y mi camino se hacen uno sólo para seguir transitando tras las huellas de Jesús y la construcción de su Reino”.
En segundo lugar, agradeció “al papa Francisco y a quienes pusieron la confianza en mí para este servicio que hoy se me encomienda. Mi gratitud a todos los presentes, que representan a los que hoy les gustaría estar”, y a todos los que enviaron saludos y expresiones de cariño.
Por otra parte, agradeció a los obispos presentes “por conferirme la plenitud del sacramento del Orden en el episcopado. El cual es gracia, servicio y cruz”.
“Doy gracias a Dios por mi familia, especialmente mi madre, hermanas, sobrinos, primos, demás familiares y amigos. Están todos muy presentes”, expresó. “A la Provincia San Francisco Solano. A cada uno de ustedes hermanos, especialmente los que han sido mis formadores, con los que viví y compartí todos estos años tan hermosos de mi vida. Gracias por el don de la fraternidad y el regalo de ser hermanos”, añadió.
“A las comunidades por donde pasé y tuve responsabilidades pastorales: Ciudadela parroquia San Antonio y capilla Santa Clara, del barrio Ejército de los Andes; parroquia La Purísima en Tartagal; San Francisco en Río Cuarto; capilla San Cayetano en La Teja y parroquia Virgen de la Paz con sus nueve comunidades con quienes compartí estos últimos diez años. En el cayado pastoral están todos representados por un pequeño trozo de madera que aportó cada comunidad”.
“A la Iglesia particular que peregrina en Corrientes, de la que ya comencé a experimentar su cercanía, sencillez y profunda fe. Agradezco los gestos fraternos de bienvenida. Saludo a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas, comunidades parroquiales, instituciones sociales, gubernamentales y pueblo correntino. Hago propias las palabras del salmista: ‘me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad’”, expresó.
“Pido a nuestro Señor que se haga en mí lo que hemos venido rezando en este tiempo: que sea (que seamos) un verdadero testigo de la Buena Noticia; que tenga un corazón comprensivo, sabio y prudente, de hermano; me conceda el discernimiento necesario para escuchar, hablar y actuar con rectitud y coraje, abierto a la acción del Espíritu Santo”, concluyó, pidiendo a la tierna y dulce madre de Itatí, “que miras con ojos de misericordia a tu pueblo correntino, no apartes tus ojos de mí”.+