Los correntinos celebraron a su patrona, la Virgen de Itatí
- 10 de julio, 2020
- Itatí (Corrientes)
En la fiesta de la Virgen de Itatí, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió la misa en el santuario diocesano, acompañado por su auxiliar, monseñor José Larregain OFM.
Al celebrar la solemnidad de Nuestra Señora de Itatí, patrona de la provincia de Corrientes, el jueves 9 de julio, el arzobispo correntino, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió la misa en la basílica y santuario de Nuestra Señora de Itatí, acompañado por el obispo auxiliar, monseñor José Adolfo Larregain OFM.
Antes de comenzar la misa, el prelado se dirigió a los peregrinos presentes en el santuario, pocas personas, respetando el protocolo dispuesto por las autoridades provinciales, pero especialmente saludó a los fieles que desde sus casas están peregrinando y los invitó a que vivan la misa como “una gracia inesperada”, porque esta fiesta “no deja de ser una gracia”, aseguró.
Monseñor Stanovnik continuó: “Todos estamos más o menos disgustados de no poder peregrinar a Itatí este año. Pero estemos seguros que Ella peregrina a donde están cada uno de ustedes”, les dijo, y mencionó que la Virgen “nos invita a dejar atrás la decepción de no estar acá y poder vivir una peregrinación interior, pero también con nuestra familia”. Luego el arzobispo presentó al obispo auxiliar, monseñor Larregain.
En el momento de la homilía, el obispo auxiliar comenzó dando gracias a Dios al celebrar a la tierna Madre de Itatí, y un nuevo aniversario de la independencia. Recordando la novena patronal, dijo: “El Evangelio que hemos proclamado es una bella síntesis que hace las veces de compendio de toda la novena. Casi nunca la historia nos narra los acontecimientos simples, sencillos y cotidianos que viven los pobres. Hoy encontramos una excepción”.
Entonces invitó a la comunidad a ilustrar el texto de la Vsitación: “Nos encontramos que son un par de mujeres y dos niños en el vientre de cada una de ellas: María, Isabel, Jesús y Juan. Las mujeres de por sí devaluadas en una sociedad que no las tenía en cuenta. Una era de edad avanzada, la otra joven. El texto nos quiere narrar cómo Dios hace historia con aquellos que no cuentan para nada ni para nadie”, aseguró.
El prelado consideró el encuentro entre María e Isabel, “lleno de vida, de amor, de solidaridad”, y como “modelo de servicio, de ayuda y sostenimiento mutuo, de unidad fraterna, de afecto familiar, de capacidad de compartir los acontecimientos simples y ordinarios de la vida”. Se trata de “una enseñanza sobre la manera que Dios actúa en la historia humana y como Dios obra a través de ella”, expresó.
Monseñor Larregain aseguró que “nuestro Dios es el Dios de la Vida, la fuente de nuestra vida, que ha vencido a la muerte en Cristo resucitado. La vida es el primer don que hemos recibido, es el regalo fundamental. Sin ella nada es posible”. En ese sentido, resaltó que toda vida es importante: “¿Por qué cuidar nuestra vida y no cuidar la vida del otro?, ¿por qué ser tan precavidos con nuestra propia vida y no en la vida del por nacer?, ¿hay vidas que valen más o son más importantes que otras? Toda vida es importante y necesita ser cuidada”.
“Necesitamos recrear permanentemente en nosotros la mirada de fe sobre los signos de estos tiempos. Cuantas tristezas, dolores, desesperanzas, amarguras, desalientos, estamos experimentando por lo que estamos viviendo. Es un tiempo difícil, la noche se hace larga y parece retardarse el amanecer. Surge de un corazón creyente alabar a Dios por todo lo que Él es y todo lo que hace, como lo hizo la Virgen. También esa mirada nos hacer discernir lo que nos hace bien y lo que nos daña, descubriendo los signos del paso de Dios en medio nuestro”.
Luego el prelado destacó la actitud solidaria que adoptó la comunidad en este tiempo: “Se nota una actitud del pueblo de cercanía y de caminar juntos. Se percibe un proyecto en las actitudes de las gentes sencillas, de las organizaciones barriales, de nuestras comunidades. Ese proyecto no está explicitado: es el proyecto simple y sencillo de ser comunidad. El pueblo lo expresa en acciones concretas que lo muestran, son signos pequeños, sencillos y cotidianos”.
Entonces animó a “ser una Nación que privilegie la cultura del encuentro y de la vida. María e Isabel nos enseñan a ser constructores de encuentro y comunidad desde la simpleza y la fragilidad.
La presencia del Mesías en nuestras vidas nos trae alegría. Hoy necesitamos renovar nuestra alegría, confianza y esperanza”.
Finalmente, monseñor Larregain agradeció a la Virgen de Itatí “por nuestro hermoso y querido pueblo argentino y correntino. Por sus históricas luchas, por sus deseos de vivir en libertad, por su creatividad, por su religiosidad, por sus ganas de gozar de la vida a través de sus fiestas, tradiciones y costumbres. Son regalos que ha dado a nuestro Pueblo el Dios de la Vida”, concluyó.+