Mons. García Cuerva: 'María Auxiliadora, maestra de nuestros corazones"
- 25 de mayo, 2024
- Buenos Aires (AICA)
En la solemnidad de María Auxiliadora, el arzobispo porteño animó a "dejar que María nos enseñe y nos ayude a no quedarnos quietos, a entrar en la vida de los demás, a saludar, y tener su alegría".
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la solemnidad de María Auxiliadora en la basílica y santuario de esa advocación mariana, en la ciudad de Buenos Aires.
Con la presencia de la agrupación sinfónica de la Policía Federal Argentina y cientos de fieles, monseñor García Cuerva señaló en la homilía: “Me gustaría en este día que nosotros viniésemos a aprender de ella, venimos a pedir que María, maestra de nuestros corazones, nos enseñe”.
El prelado destacó cuatro acciones de María Auxiliadora “que nosotros también necesitamos aprender”, dijo:
“Maria se puso en camino y por eso hoy venimos a pedirle que nos ayude a que no nos quedemos quietos y eso no es un tema de caminar o de correr, sino que es un tema de que no se nos achanche el corazón y que más allá de las dificultades no nos quedemos congelados por los miedos y las preocupaciones, que no nos quedemos estáticos ante los problemas y que sepamos salir de nosotros mismos y que podamos pensar en los demás, como lo hizo María con su prima Isabel. Ponernos en movimiento con el corazón”, manifestó.
En segundo lugar -dijo- “quería que le pidamos a María, maestra de nuestros corazones, que nos enseñe a entrar con mucho respeto en la vida de los demás. Entrar en la vida de los demás es entrar en tierra sagrada, sin condenar o chusmear, sino respetando, haciendo silencio y sin juzgar”.
“La tercera de las acciones que quiero que María nos enseñe es a saludar. Uno cuando saluda reconoce que el otro es una persona. Cuando uno saluda reconoce que el otro es mi hermano. Cuántas veces cuando hay dificultades entre nosotros dejamos de saludarnos, ‘te hago la cruz’. A veces pensamos que lo contrario del amor es la ignorancia y eso es terrible. Qué mejor regalo podemos hacerle hoy a María Auxiliadora que la unidad de todos sus hijos”, enfatizó.
Finalmente, animó a pedirle a la Virgen que “nos enseñe de su alegría”. “La alegría de la Virgen no es un optimismo berreta o una esperanza tonta, no. La alegría de la Virgen está puesta en su hijo Jesús y también él tiene que ser la razón de nuestra alegría”, concluyó.+