Mons. Carrara pidió un Estado "inteligentemente presente" en las villas
- 24 de junio, 2020
- Buenos Aires (AICA)
El obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, brindó una entrevista a Télam sobre la realidad de las villas en el marco de la pandemia.
El obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, brindó una entrevista a Télam en la que se refirió al trabajo que día a día realizan los sacerdotes en las villas y detalló cuáles son las principales necesidades en el contexto actual de la pandemia.
En sus palabras, reconoció que en los barrios vulnerables, este momento crítico se vive “con mucha angustia” y que la tarea de las parroquias se fue reconfigurando, haciendo hincapié en la asistencia alimentaria.
El prelado destacó además “la necesidad de que exista un Estado inteligentemente presente dialogando con la comunidad organizada para generar igualdad de oportunidades y repensar un país postpandemia”, ya que “cuando el Estado está presente a través de trabajadores y funcionarios concretos en el territorio, se tiene el pulso de lo que se vive en los barrios y de lo que más se necesita”.
“Entendemos que en el contexto de la pandemia hay que ir atendiendo cuestiones concretas en el día a día pero no podemos dejar de pensar en las acciones a largo plazo, que permitan igualdad de oportunidades para los 4.400 barrios precarios que tenemos en todo el país, de los cuales, en un 50 por ciento, viven niños y adolescentes en situaciones de pobreza extrema”, señaló.
Entrevista completa
Agencia Télam: -¿Cómo se atraviesa la pandemia en los barrios más vulnerables?
Obispo Carrara: -Con mucha angustia. Estamos entrando tal vez en el momento más crítico de la pandemia en el AMBA y esto se da también en los barrios populares, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en el Gran Buenos Aires, por lo que las parroquias acompañan a sus comunidades y muchas acciones se fueron reconfigurando. Por ejemplo, las parroquias están abiertas sobre todo para paliar la demanda alimentaria y se han fortalecido junto a otros comedores nuevos, que han abierto para preparar las viandas.
AT: -¿Cómo se mantiene el distanciamiento social en este punto?
OC: -El trabajo ha ido variando. La gente es muy prudente en este sentido. Ya no se sirve la comida en los comedores donde se juntaban las personas sino que ahora se preparan las viandas para que sean llevadas a sus hogares. En el medio, se realizan las medidas higiénicas indispensables, y se trata de mantener la distancia social. Pero como el tema alimentario pasa por acompañar y cuidar, una de las sugerencias que hicimos a las autoridades es la de que se abran las escuelas para que se preparen estas viandas allí también, al menos las que están en los barrios populares, ya que son las que mejor estructura organizativa tienen.
Esto aliviaría la demanda de otros comedores y repartiría las bocas de entrega.
AT: -¿Cómo están repercutiendo en la práctica las medidas oficiales para generar redes de contención?
OC: -Hemos visto que ha dado muy buen resultado el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) porque es una medida que ha bajado en forma directa a los barrios. Esto hace pensar en la necesidad de que exista un Estado inteligentemente presente dialogando con la comunidad organizada para generar igualdad de oportunidades y repensar un país postpandemia.
Ese es el principal desafío porque si bien hoy hay que atravesar esta situación, no podemos dejar de pensar en que si no se toman acciones directas, lo que vendrá mañana será mucho peor.
Es imprescindible la labor desarrollada también por los dispositivos oficiales que han bajado a los barrios y creemos que deben hacerse permanente en lugares físicos, como por ejemplo el ANSES, los Centros de Acceso a la Justicia, y otros operativos como el Plan Detectar.
Cuando el Estado está presente a través de trabajadores y funcionarios concretos en el territorio, se tiene el pulso de lo que se vive en los barrios y de lo que más se necesita.
En el caso del IFE, por ejemplo, los resultados fueron evidentes ya que muchos vecinos viven de lo que llamamos la economía popular, del trabajo en ferias de reciclado y cuidado de personas, de las changas, y todo eso, se vio afectado. El IFE vino a traer un plato de comida y si bien al principio se pensó que iba a llegar a tres millones y medio de personas, vimos que terminó alcanzando a casi nueve millones, que además fueron visibilizadas, ya que anteriormente estaban fuera del sistema.
AT: -¿Qué valores ha puesto de manifiesto la pandemia en los barrios vulnerables?
OC: - La solidaridad es lo primero que surge, tanto de los jóvenes como de las mujeres que por ahí se exponen para cuidar a hijos que a veces no son propios. Lo mismo pasa en el armado de la comida y las viandas. Los jóvenes también se han puesto de acuerdo para hacer relevamientos de adultos mayores y para asistirlos en sus hogares.
Eso da alegría y esperanza en un tiempo difícil. En líneas generales, tratan de vivir con la mayor responsabilidad posible, aunque a veces, en los barrios populares, es más difícil cumplir pautas como el distanciamiento por el hacinamiento con el que viven.
Por eso hay que seguir generando espacios y medidas creativas para acompañar.
AT: -¿Qué acciones quedan pendientes?
OC: - Lo principal que debe hacer el Estado es tomar registro de las desigualdades. Por ejemplo hoy ningún chico puede ir a la escuela y el acceso a la conectividad no es para todos igual. Se ha ensanchado la brecha digital. Lo suplimos a veces con material escrito pero no resulta suficiente. Por lo tanto es otro de los desafíos.
Asistimos a unos 40 barrios y apoyamos con lo que llamamos La Familia Grande del Hogar de Cristo que es una red nacional que cuenta con más de 160 centros barriales donde atendemos también problemáticas vinculadas a las adicciones y a personas en situación de calle.
Entendemos que en el contexto de la pandemia hay que ir atendiendo cuestiones concretas en el día a día pero no podemos dejar de pensar en las acciones a largo plazo, que permitan igualdad de oportunidades para los 4.400 barrios precarios que tenemos en todo el país, de los cuales, en un 50 por ciento, viven niños y adolescentes en situaciones de pobreza extrema.+