Mons. Buenanueva: 'Nuestra actitud interior cuenta mucho para que la Palabra dé fruto'
- 20 de julio, 2023
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
En su mensaje dominical, el obispo de San Francisco reflexionó sobre el significado de la Parábola del Sembrador y animó a abrir el corazón a la acción de Dios en nuestras vidas.
En su mensaje dominical, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, reflexionó sobre lo que significa la Parábola del Sembrador.
“Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón. Este es el que recibió la semilla al borde del camino”, comenzó explicando.
“El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que al escuchar la Palabra la acepta enseguida con alegría, pero no la deja echar raíces porque es inconstante; en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe”, añadió a continuación.
Luego reveló que “el que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende: este produce fruto”.
“Jesús se instala en un lugar visible para desde allí hablar extensamente en parábolas, hablar del reinado de Dios”, indicó monseñor Buenanueva, expresando que “es una indicación preciosa de la misión de la Iglesia, de nuestra misión como comunidad cristiana: salir de la casa, irnos a esos cruces de camino, a esas plazas públicas donde se entremezclan los hombres y mujeres con mil preocupaciones, y allí dedicarnos a predicar in extenso sobre el reino de Dios”.
A continuación, reveló que la figura del Sembrador es como un ícono de Cristo, y que el acento está puesto en la actitud con que siembra la Palabra. “Así es Dios, Él esparce su semilla. Eso es lo que tiene que hacer la Iglesia: siempre, siempre, sembrar, y esa semilla, en algún momento, va a encontrar tierra fértil para dar el fruto que tenga que dar”.
“Nuestra actitud interior cuenta mucho para que esa Palabra dé fruto, y fruto abundante”, advirtió, “por eso, al escuchar esta Palabra nosotros tenemos que sentirnos interpelados. Que, escuchando esta Palabra, nosotros entremos en esta bienaventuranza que se nos ha concedido: conocer a Jesús, su Evangelio, su Palabra. Somos bienaventurados por ver y escuchar el misterio del Reino de los Cielos”.
Al estar viviéndose la fiesta de la Virgen del Carmen, concluyó con esta oración: “Nadie como vos, Madre, ha sido tierra fértil para la Palabra de Dios. La recibiste en tu corazón y se encarnó en tu vientre, de vos tomó carne y sangre para nacer como Palabra encarnada en nuestra historia. Enseñanos a ser como vos, María: a escuchar, comprender y vivir la palabra del Evangelio. Amén”.+