Viernes 15 de noviembre de 2024

Mons. Buenanueva: En la montaña, Jesús se muestra en toda la hondura de su misterio

  • 15 de marzo, 2022
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
En el segundo domingo de Cuaresma, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva compartió con los fieles su reflexión sobre el Evangelio.
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El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva,  ofreció una reflexión sobre el Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, que narra la Transfiguración del Señor.

“Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante", citó el prelado para comenzar su meditación.

"Con Jesús, del desierto a la montaña. Así podemos describir el camino de Cuaresma en estas primeras semanas. Ambos lugares tienen un fuerte simbolismo. Indican un itinerario espiritual más que geográfico: lo que implica el encuentro y la comunión con el Dios vivo".

"La montaña es el lugar donde Dios se revela. Allí se muestra, da a conocer su rostro y hace oír su voz. San Juan de la Cruz -el gran místico cristiano – hizo de la 'subida al monte Carmelo' el símbolo fundamental para describir el camino del cristiano que se atreve a internarse en el territorio de la oración. Una aventura que intimida, fatiga y fascina. Todo a la vez. Atrae y repele. Como un abismo", afirmó.

De eso, explicó monseñor Buenanueva, nos habla el Evangelio de este domingo. "En la montaña, Jesús se muestra en toda la hondura de su misterio. Se transfigura mientras ora. Para eso ha subido a la montaña. El imperativo que los tres discípulos que lo acompañan en la subida del monte Tabor es precisamente el que pone en marcha la aventura de la oración cristiana: 'Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo'".

Como conclusión, rezó: “Oh, Señor, mi Dios: con el orante de la Biblia, yo también te digo: «Mi corazón sabe que dijiste: ‘Busquen mi rostro’. Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. Esa búsqueda me habita e inquieta. Yo mismo soy esa búsqueda. Abro el Evangelio, escucho la voz de tu Hijo, Jesús, y quedo iluminado por su Luz. Subo a la montaña, busco entrar en tu Silencio… Transfigúrame con Jesús y como Él. Amén”.+