Los obispos y líderes religiosos asiáticos hacen un llamamiento por la paz en Myanmar
- 28 de enero, 2021
- Yangon (Myanmar) (AICA)
Un futuro de los jóvenes sin violencia, piden en un mensaje especial difundido el 25 de enero, enviado al nuevo gobierno de Myanmar
En un llamamiento especial emitido el 25 de enero, estructurado en siete puntos, los líderes religiosos de diferentes comunidades, miembros de “Religions for Peace of Myanmar” (“Religiones por la Paz de Myanmar”), enviaron sus peticiones al nuevo gobierno, a los líderes étnicos, políticos y militares, y a todas las personas de buena voluntad.
En dicho texto -según informó la agencia Fides- se pide: crear las condiciones para la paz en Myanmar; eliminar toda discriminación étnica; desmilitarizar Myanmar; buscar soluciones políticas a problemas importantes; continuar reformando los sistemas judicial, educativo, de seguridad social y de salud, descentralizar la toma de decisiones; preparando así a las nuevas generaciones para un futuro próspero y pacífico.
En el llamamiento los líderes religiosos se hacen “embajadores de la paz y la reconciliación, reafirmando el compromiso de trabajar juntos por la paz en nuestra tierra”.
Por su parte, el cardenal Charles Maung Bo, signatario del llamamiento, en nombre de “Religiones por la paz” y en nombre de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, señala que “las elecciones del pasado mes de noviembre fueron ampliamente reconocidas como libres y justas” y esto “otorga al nuevo gobierno el mandato y la obligación de perseguir los objetivos económicos y sociales inclusivos por los que fue elegido”.
Los líderes religiosos destacan los desafíos que Myanmar tiene por delante: “La pandemia mundial está colapsando nuestro sistema de salud pública. El virus ha devastado nuestra frágil economía. Los niños perdieron un año de escuela y abandonaron la universidad. Muchos se mueren de hambre. Los pobres sufren aún más. Toda la comunidad sufre. Antes de la pandemia, Myanmar ya se había enfrentado a una catástrofe ambiental. Mediante su liderazgo, con una acción política unida y con visión de futuro, Myanmar deberá abordar estos desafíos, apoyar la paz y promover un futuro próspero y vibrante. Los derechos y los deberes de todos en Myanmar son mutuos y nuestro interés en el bien común también lo es”.
Siete puntos a considerar
El primer punto del texto pide al gobierno “crear las condiciones para la paz”: “El deber de todo líder nacional, tanto civil como militar, es comprometerse con la unidad, la paz y la reconciliación. A todos los líderes civiles y militares, pedimos que dejen de lado la búsqueda inútil de soluciones militares, buscando en su lugar la justicia con valentía y determinación a través del diálogo y la negociación. La paz solo llegará si se inculca un espíritu de liderazgo transparente, abierto y responsable en todos los sectores y niveles de gobierno”.
Los líderes religiosos señalan, en el segundo punto, la urgente necesidad de eliminar toda discriminación étnica: en un país “profundamente dividido por motivos étnicos, podemos y debemos tomar otro camino, un camino hacia la solidaridad. Los conflictos civiles de larga data de Myanmar tienen dimensiones étnicas, pero las causas fundamentales son políticas”.
Para ello, según el tercer punto, es necesario desmilitarizar Myanmar: “La guerra es el lenguaje de la muerte. Las guerras civiles son una negativa a reconocer la humanidad de nuestros hermanos y hermanas. La violencia nunca genera paz. La guerra niega la vida. La armonía nacional. Los frutos de los conflictos son amarguras, divisiones y heridas que tardan años en sanar. Hay que buscar la unidad, pero no con el miedo o la amenaza”.
El camino principal para enfrentar los grandes desafíos se indica en el cuarto punto: el de buscar soluciones políticas, dado que “nunca habrá una solución militar a un conflicto político”. “La búsqueda de soluciones militares sólo conduce a una guerra sin fin, una miseria sin fin. El despliegue ampliado del ejército birmano (Tatmadaw) en áreas de las minorías étnicas no puede conducir a la unidad si el diálogo político está ausente”.
Paralelamente a este compromiso, en la nación es urgente continuar el proceso de reforma de los sistemas judicial, educativo, de seguridad social y salud, como señala el quinto punto del llamamiento: “Las reformas ya iniciadas por el centro son inmensas. Pero a este gobierno se le ha conferido un mandato para que realice una reforma más valiente”. “Anhelamos un mayor progreso en estas áreas esenciales. La justicia retrasada es justicia denegada”.
En el proceso de reforma, como se señala en el sexto punto, también es necesario descentralizar el proceso de toma de decisiones: “Un buen gobierno requiere subsidiariedad, delegación. No todas las decisiones deben tomarse en la capital, Nay Pyi Taw. Las actividades de la sociedad deben estar coordinadas para sostener la vida interna de las comunidades locales. La delegación de autoridad debe ser sostenida y acompañada con la formación y el cuidado tanto por parte de los líderes electos como de los funcionarios de la administración pública”, esperan los líderes religiosos.
Este amplio esfuerzo nacional, dice el séptimo y último punto, sirve para preparar a la próxima generación, para eliminar la pobreza, construir el futuro, especialmente enfocándose en la educación y el desarrollo de los jóvenes. “Involucrarse en la educación para todos en Myanmar es cien veces más valioso para construir la paz que comprar armas. Myanmar debe confiar, invertir y construir su juventud. Los jóvenes son nuestro presente y nuestro futuro”, afirma el texto.
El documento de los líderes religiosos se cierra invitando a todos los ciudadanos a actuar como protagonistas activos de “una nueva era de unidad y solidaridad”, siendo “artesanos de la paz, unir y no dividir, extinguir el odio y no acogerlo ni enardecerlo, siempre abriendo caminos de diálogo que puedan reconciliar, sanar, unir nuestra hermosa tierra”. +