Las diócesis argentinas celebraron Corpus Christi con un llamado a combatir la desigualdad
- 21 de junio, 2022
- Buenos Aires (AICA)
En el marco de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, las diócesis argentinas celebraron este fin de semana con procesiones y misas.
Las diócesis argentinas celebraron este fin de semana la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, con procesiones y misas multitudinarias, luego de dos años sin presencialidad. En sus mensajes, los obispos destacaron la importancia del amor, la entrega y el compartir con los más necesitados para acabar con la indiferencia y con la desigualdad que se refleja en la mesa de los argentinos.
Mar del Plata
En Mar del Plata, se realizó la tradicional procesión donde Jesús Eucaristía salió a las calles de la ciudad. Miles de fieles acompañaron al Santísimo Sacramento junto a los sinodales que finalizaron una nueva sesión del Sínodo.
La misa fue presidida por el obispo, monseñor Gabriel Mestre, y concelebrada por el clero local. En su homilía, centró la reflexión en el misterio de la presencia real del Señor como Pan Vivo bajado del Cielo.
A la luz de la Palabra de Dios y de la rica liturgia de este día, monseñor Mestre propuso tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras tomadas de los mismos textos bíblicos: desierto, memoria y comer. » Texto de la homilía.
Lomas de Zamora
El obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió el domingo la misa y la tradicional procesión con el Santísimo Sacramento. La fiesta de la Iglesia diocesana se desarrolló en el Estadio Polideportivo del Parque Municipal de Lomas, donde la misa fue concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Ignacio Medina; el vicario general de la diócesis, presbítero Hugo Barrios; y sacerdotes presentes.
En su homilía, el obispo señaló que “cuando la comunidad celebra la Eucaristía, comparte su fe, esta fe que es un creer que el Señor nos puede transformar en verdaderos hermanos, capaces de caminar juntos”.
“La voluntad de Dios es que todos puedan partir su pan con dignidad”, señaló el obispo, porque “cuando el pan se acumula en pocas manos, cuando nos encerramos en la ambición y la comodidad, cuando nos dejamos encerrar por el egoísmo, o la actitud soberbia de ‘salvarme yo solo’, el afán de amarrocar, o el mero hecho de no importarme que otro prójimo pase necesidad, entonces no parece cumplirse la voluntad de Dios en nuestra tierra”.
“Ante el escándalo de la pobreza y la exclusión social, cuando hay notorias indiferencias sociales, no se trata sólo de una política deficiente o de un problema económico, se trata también de una falta de capacidad para amar”, aseguró. » Texto de la homilía.
Quilmes
La diócesis de Quilmes celebró este sábado la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, con una procesión desde el Hospital Evita Pueblo de Berazategui hacia la parroquia Nuestra Señora de la Merced.
La Eucaristía estuvo presidida por el obispo, monseñor Carlos José Tissera, y concelebrada por el obispo emérito de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín y sacerdotes de la diócesis. El obispo invitó a no cansarse de hacer comunidad y a que “no nos dejemos robar la esperanza”.
En su homilía, expresó preocupación por “la mesa de los argentinos, como la de tantos pueblos del mundo, que sufren las consecuencias de la pandemia, de las malas políticas y en el fondo, por causa de la ambición humana que, aprovechándose de la necesidad, crea poderosos imperios que monopolizan los alimentos”.
“La enseñanza de Jesús es: si los recursos se comparten, habrá lo suficiente para todos. El milagro nos causa admiración, pero no menos importante es el mensaje que nos deja. Que todos juntos enfrentemos los problemas de fondo de nuestra sociedad, para que nadie tenga demasiado y otros no tengan lo suficiente”, exhortó.
Participar de la Eucaristía, afirmó, “es comprometerse con las necesidades concretas del pueblo, abriendo caminos de comunión y de solidaridad”. » Texto de la homilía
San Rafael
En la celebración de Corpus Christi, el administrador apostólico de San Rafael, monseñor Carlos María Domínguez OAR invitó a que como cuerpo, caminemos unidos entre nosotros, a nuestra cabeza, Cristo Eucaristía, y que el Pan de vida nos suscite la alegría de amarnos sin rivalidad.
“En nuestra celebración de hoy hacemos una profunda confesión de fe y agradecemos el inmenso tesoro que Jesús puso en nuestras manos”, expresó.
“Viviendo la Eucaristía, adoremos, celebremos y agradezcamos al Señor por este supremo don. Memoria viva de su amor, que hace de nosotros un solo cuerpo y que nos conduce a la unidad”. » Texto completo de la homilía
San Justo
El obispo de San Justo, monseñor Eduardo Horacio García, presidió la misa por la solemnidad del Corpus Christi desde el altar levantado en el atrio de la catedral local y con el lema “Hagan esto en memoria mía”
En la homilía, el prelado matancero explicó que “hacerlo en su memoria tiene que pasar siempre a través de estos tres verbos, de estos gestos: contemplar, bendecir y compartir”.
Tras profundizar sobre cada uno de esos conceptos, subrayó: “Celebrar la Eucaristía exige de nosotros la misma entrega y esperanza”. “Contemplar, bendecir y compartir para querer seguir multiplicando el pan, como Él: sin evadir el problema, sin despedir a la gente para que resuelvan su hambre, sin pensar que la lógica mercantil es ‘la solución’, sino sentándonos junto a los hermanos, para contemplar, bendecir y compartir, buscando juntos nuevos caminos que la sociedad, en su esfuerzo por multiplicar, no logra encontrar para calmar el hambre de vida tantos hombres y mujeres”, enfatizó.
“La Eucaristía expresa esta realidad cuando es lugar de amor confesado y compartido, y el impulso para un compromiso de servicio al mundo. Se trata, por tanto, más que de pasear la custodia por nuestras calles con devoción y solemnidad, de hacer presente al Dios de Jesús en la vida de nuestra sociedad. Es la fiesta de la Iglesia servidora en el esfuerzo por paliar el hambre de los pobres, enfermos, solos, en situación de calle, drogadependientes y marginados de todo tipo. Este es el modelo evangélico de celebrar este día”, sostuvo. » Texto completo de la homilía
Posadas
Más de 5.000 personas participaron el sábado 18 de junio de la solemnidad del Corpus Christi que se llevó a cabo en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, con el lema "Yo soy el Pan de Vida" y que culminó con la procesión por las calles con Jesús Eucaristía.
La misa fue presidida por el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, quien explicó que "lo que celebramos en esta oportunidad es el amor extremo del Señor que se materializa en la caridad”.
“En el Corpus Christi celebramos que Él nos amó, no amó tanto a tal punto de dar la vida por nosotros, este es el sentido y el significado que debe replicarse en el amor y la misericordia", subrayó, y puntualizó: “Queremos poner en el corazón de Jesús también a los niños desnutridos, a los adolescentes y jóvenes con adicciones que son víctimas siempre de estructuras corruptas”.
Rafaela
Numerosos fieles participaron de la misa por la solemnidad del Corpus Christi que se llevó a cabo frente al templo de la parroquia Santa Rosa Lima, del barrio Villa Rosas. La celebración eucarística fue presidida por el presbítero Oscar Sara y a cargo del presbítero Ariel Botto, vicario de la catedral San Rafael.
El obispo de Rafaela, monseñor Luis Alberto Fernández, no participó de la misa porque haber sido sometido a una intervención quirúrgica, pero envió un mensaje que fue leído antes de la procesión con el Santísimo Sacramento alrededor de la plaza Padre Normando Corti.
“El pueblo y la ciudad vuelven una vez más a reconocer en Jesucristo a Dios hecho hombre, presente en este humilde pequeño trozo de pan, pero un pan consagrado por la Iglesia, capaz de dar la vida nueva a la humanidad, que hoy sigue tan necesitada, hambrienta y sedienta de la presencia del amor de Dios en el mundo”, destacó.
El prelado rafaelino animó a caminar “con esperanza y confianza, que en el mismo desierto de la vida de ayer y de hoy también el Señor hará milagros, y nos acompañará dándonos fuerzas para este momento de la historia”. “Vamos con el Señor, presencia resucitada, y junto con la Virgen; no nos olvidemos nunca ¡viva la Virgen!”, concluyó.
Catamarca
La diócesis de Catamarca celebró la Solemnidad de Corpus Christi ante las comunidades de diversas parroquias con una misa que fue celebrada por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del Decanato Capital en la catedral del Santísimo Sacramento.
En la homilía, monseñor Urbanc expresó que “la Eucaristía es como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres para que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión”.
Además, señaló que la ceremonia del “Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo nos toca celebrarla en el contexto eclesial de sinodalidad, como estilo de ser Iglesia, tan necesario para los tiempos que vivimos. Y, en efecto, la Eucaristía nació así en el cenáculo, y así se perpetúa bajo la acción del Espíritu Santo”.
Asimismo señaló que “en la celebración eucarística la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser ‘signo e instrumento’, no solo de la íntima unión con Dios, sino también de la unidad de todo el género humano. El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida”. » Texto completo de la homilía
San Isidro
En la celebración de Corpus Christi, la comunidad diocesana de San Isidro participó de la celebración de la Eucaristía celebrada por el obispo, monseñor Oscar Vicente Ojea, y concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Guillermo Caride y Raúl Pizarro, junto con el obispo emérito, monseñor Jorge Pedro Casaretto, y sacerdotes en el colegio Marín.
En la homilía, monseñor Ojea invitó a valorar la Eucaristía describiéndola como “el modo sencillo, despojado y humilde con que Jesús quiso quedarse con nosotros”, afirmando que “la Eucaristía nos hace miembros de un cuerpo, todos comemos del mismo pan”.
Asimismo, el obispo de San Isidro manifestó: “Vamos a pedir en esta Eucaristía, para seguir trabajando juntos de verdad, para que estas palabras que el mismo Pueblo De Dios ha ido poniendo en el corazón de la diócesis, podamos vivirlas de verdad: una Iglesia abierta, una Iglesia que escuche y una Iglesia que incluya”.
Avellaneda-Lanús
La diócesis de Avellaneda-Lanús celebró en la catedral Nuestra Señora de la Asunción la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo con la celebración presidida por el obispo, monseñor Marcelo Julián Margni, quien a la luz de la narrativa Evangélica que relata la multiplicación de los panes,, rememoró que “en las palabras y los gestos de Jesús, que revivimos en cada Eucaristía y celebramos de un modo especial en esta fiesta, todo habla de don abundante, de generosidad que se desborda, de entrega sin medidas: cuerpo entregado, sangre derramada, vida ofrecida, don de sí para que el mundo tenga vida”.
En ese sentido, además, señaló que “a quienes recibimos a Cristo en nuestras vidas, comiendo juntos este pan que es Él mismo, se nos llama a un cambio fundamental en el modo de gestionar los bienes y de vivir nuestros vínculos. Se nos pide, sencillamente, aprender de nuevo el gesto simple de partir y compartir un mismo pan”.
En la Eucaristía, continuó, “Jesús nos ha dado no sólo el sacramento de su presencia, sino también el anticipo, el signo que ya desde ahora hace presente el Reino. Ese Reino que Él anunciaba no sólo con palabras, sino también con gestos. Ese Reino en el que la humanidad, esta humanidad necesitada de ser sanada y en búsqueda imperiosa de techo y de pan, reencuentra la vida. De ese Reino su Eucaristía nos pide convertirnos en mensajeros y testigos”. » Texto completo de la homilía
Santo Tomé
En la diócesis de Santo Tomé, el obispo, monseñor Gustavo Alejandro Montini celebró la solemnidad de Corpus Christi para recordar que Jesús “discretamente se nos acerca y, por obra del Espíritu como en el seno de María, se hace presente en la Eucaristía y transforma en bien todo lo que nos pasa. “La certeza de su presencia y la fuerza de su Pascua, alimenta, cura nuestras heridas y dolores, nos regala su luz en medio de la oscuridad, para que nosotros podamos afrontar con fuerza y serenidad la suerte que nos ha tocado vivir, comentó.
En la celebración Eucarística y como en cualquier acto litúrgico, añadió, “todos somos absolutamente necesarios. En la misa todos participamos, o debemos hacerlo, en forma activa y consciente, cada uno aportando lo propio desde su vocación y situación de vida”. » Texto completo de la homilía.+