Jueves 14 de noviembre de 2024

La diócesis de Mar del Plata peregrinó al Calvario de Tandil

  • 19 de marzo, 2024
  • Tandil (Buenos Aires) (AICA)
Presididos por el administrador apos,tólico, monseñor Ernesto Giobando SJ, centenares de feligreses, provenientes de las distintas comunidades de la diócesis participaron del rezo del viacrucis.
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Con el lema “Tu Cruz renueva nuestra esperanza”, los fieles de Mar del Plata peregrinaron, el domingo 17 de marzo, al Calvario de la ciudad de Tandil.


Presididos por el administrador apostólico, monseñor Ernesto Giobando SJ, centenares de feligreses, provenientes de las distintas comunidades de la diócesis, participaron del rezo del viacrucis, contemplando en cada estación las imponentes imágenes de piedra que recrean los momentos principales de la Pasión de Jesucristo.


A continuación, se celebró la Santa Misa, que fue concelebrada por el padre Juan Andrés Rosso, miembro del equipo organizador de esa peregrinación diocesana, entre otros presbíteros que viajaron especialmente para la ocasión.


En la homilía, monseñor Giobando compartió que era la primera vez que hacía el viacrucis en Tandil, y aseguró: “Es un camino que te llega directamente al corazón. No podés sino mirar el corazón y mirar la realidad que nos rodea. Porque evidentemente Jesús ya padeció por nosotros, pero al recordar su camino de la cruz, cada uno de nosotros pide la gracia de poder llevar la propia cruz, que no es ni más liviana ni más pesada que otras cruces: es la nuestra.”


“La cruz de Jesús sí fue pesada porque Él cargó con los pecados de la humanidad. No sé si podemos tomar dimensión de lo que significa un pecado ante el amor de Dios. Jesús, al cargar con esa cruz, cargó con nuestras vidas, cargó con todos los dolores de la humanidad”, consideró.


El prelado explicó que “el viacrucis es un camino de oración y de purificación. Al llegar aquí arriba y ver a Jesús en semejante cruz, tenemos que detenernos delante de Él y decirle: ‘Todo esto lo hiciste por mí, lo hiciste por nosotros’”.


“Si una muerte fue injusta, fue la del Hijo de Dios. Hay también otras muertes injustas. Pienso en la de los niños, la de los bebés, ¡qué difícil de entender! Pero, cuando somos más adultos, nos damos cuenta de que no somos inocentes y que algo del dolor de Jesús es por mí, es por nosotros”, agregó, y animó a pedir “la sabiduría de la cruz”.


En esa línea, se refirió a la obediencia, “una virtud que el Señor nos da para poder escuchar. Obedecer es escuchar lo que Dios me dice, a veces en lo inentendible de los hechos, pero que tengo que aprender a escuchar. Y a veces esa obediencia pasa por el sufrimiento, y ese sufrimiento pasa por la cruz, y ese sufrimiento pasa por el corazón de Dios, y ese sufrimiento cae en tierra, y muere, y da mucho fruto”.


“¡Qué difícil entender esto en este mundo, en el que parece que la obediencia es una sumisión en la que perdemos nuestra libertad y perdemos nuestros derechos!”, consideró, y señaló que, “como cristianos, tenemos que aprender a mirar nuestra vida con una mirada de fe: sin fe, hay cosas que no se entienden. La fe nos ayuda a tener esa esperanza, a poder superar todas las dificultades; nos enseña a llegar a la última estación y ahí esperar la Pascua de Resurrección”.


Concluyendo su homilía, recordó que “estamos llamados a pequeñas resurrecciones cotidianas: cuando una persona puede superar una crisis después de haber sufrido, y puede recuperar otra vez la alegría y el entusiasmo, eso es una pequeña resurrección”, y pidió esa gracia, “en esta Semana Santa que se avecina, en un país y un mundo que está muy difícil”.


“Sabemos que hay mucha gente que la está pasando mal. Entonces, pidamos que toda esta pasión no sea inútil; que todo este sufrimiento no sea en vano. Si algo podemos remediar, hagamos nuestro aporte para que la gente sufra menos. Entonces, seremos como el Cireneo, cargando la cruz del que está oprimido y agobiado”, animó.+