"La Chinita" convocó a una muchedumbre de fieles en Caballito
- 19 de noviembre, 2021
- Buenos Aires (AICA)
La colectividad venezolana celebró la fiesta de la Virgen de Chiquinquirá en la parroquia de Nuestra Señora de Caacupé en el barrio porteño de Caballito
Una muchedumbre de fieles venezolanos colmó y rebalsó el templo parroquial de Nuestra Señora de Caacupé en el barrio porteño de Caballito para honrar a la Virgen de Chiquinquirá, conocida popularmente como “la Chinita”, el jueves 18 de noviembre por la tarde.
Esa advocación de la Virgen es la patrona de Maracaibo, ciudad petrolera a la vera del lago del mismo nombre, en el estado de Zulia, Venezuela, pero también atrae el cariño y la devoción de los católicos de otras zonas de aquel país.
Hace dos años, el 14 de diciembre de 2019, una imagen de la Virgen de Chiquinquirá, réplica de la original de Maracaibo, fue entronizada en la iglesia de Caacupé, con un artístico marco de bronce cincelado por el sacerdote orfebre Juan Cruz Padilla. Poco antes, el 17 de noviembre de ese año, se había celebrado una misa para honrarla y se había realizado un festival musical y gastronómico que reunió a miles de venezolanos en el parque Rivadavia. Pero el año último, 2020, la celebración se vio limitada por el corona virus.
Ahora, dos enormes banderas venezolanas, muchas flores y el melodioso sonido de las gaitas enmarcaron el fervor de fieles venezolanos de todas las edades que han hallado en esa parroquia un lugar de encuentro lejos de su patria.
“Nos hemos reunido un año más, en este 18, bajo la dulce mirada de la Chinita”, dijo en la homilía el párroco de Caacupé, Eusebio Pax, seguido atentamente por los asistentes.
“María tiene en su regazo el mayor regalo de Dios para cada uno de nosotros: el Niño Dios”, dijo, aludiendo a la próxima Navidad. “Nos preparamos para la Natividad del Señor y es celebrar la esperanza: Dios tiene sobre el mal, el pecado, el egoísmo, la última palabra”.
Hizo reflexionar a cada asistente sobre su experiencia familiar, sobre lo que se le enseñó en su casa: “Hemos aprendido de nuestras madres a llamar a la Chinita nuestra madre”. Y señaló que ante las tristezas que han experimentado, “María les dice que no tengan miedo, que para Dios nada es imposible”.
Centró la homilía en la esperanza, siguiendo el ejemplo de María, apoyada en la fuerza del brazo de Dios. Evocó a María junto a San José y el Dios Niño, trayendo a la memoria de los presentes el haber pasado tantas vicisitudes para llegar a la patria que hoy los acoge. “Que la Chinita Madre nos permita vivir de la esperanza, mirar a Jesús una vez más, Cristo, el Señor de la historia”.
“Donde están los hijos está la Madre”, afirmó el padre Pax. Y señaló que la Chinita quiso venir donde hay un corazón que la ama. “Ella va a llevar tu amor al pecho de Cristo, que late de amor por vos”, dijo. Un aplauso fuerte y espontáneo de la concurrencia se suscitó al concluir la homilía.+ (Jorge Rouillon)